El Real Zaragoza ha dado un paso enorme de cara a lograr el objetivo de la permanencia en Segunda División. Lo ha hecho con armonía colectiva, con un bloque compensado y sacrificado en todas sus líneas. No obstante, al margen del gran trabajo grupal, resulta imprescindible poner en valor el partido de algunos futbolistas.
La tarde prometía ser complicada para el sector zurdo de la defensa zaragocista. Las entradas de Quini y Melendo desde atrás y la movilidad de Uzuni y Weissman habían sido un quebradero de cabeza para media categoría hasta la fecha. Ahí es donde entran Jair Amador y Carlos Nieto. El luso, inconmensurable en el juego aéreo, ha resultado vencedor en prácticamente la totalidad de los duelos; mientras que Nieto, en el ojo del huracán durante muchos meses, sigue demostrando que pasa por un momento de forma extraordinario tras su gran partido en Valencia.
En el centro del campo, Francho ha asumido galones y es el «todocampista» que buscaba Escribá para complementar su doble pivote. Voluntarioso en los esfuerzos, el canterano aporta un recorrido enorme y logra dar continuidad a la creación con decisiones sencillas y eficaces. Su despliegue es, a día de hoy, uno de los motores del equipo.
Obviar el partido de Sergio Bermejo no cabe en esta situación. Juguetón, dinámico y lleno de desparpajo, el madrileño ha cuajado una de sus mejores tardes de fútbol en La Romareda -asistencia incluida- para reforzar aquello de que «el fútbol es un estado de ánimo» y para convencer a los indecisos sobre su continuidad en un proyecto ascenso.