Las pymes del sector de la imagen personal aragonesas cierran 2022 con una caída de facturación del 10,68% con respecto a 2019 y prevén cerrar este año en negativo.
Así se desprende del ESTUDIO VII OLEADA DE SITUACIÓN ECONÓMICA DEL SECTOR DE LAS PELUQUERÍAS, BARBERÍAS Y SALONES DE ESTÉTICA realizado por la Alianza Empresarial por la Imagen Personal por comunidades autónomas y en el que ha participado la plataforma de imagen personal Creer en Nosotros.
Tal y como se extrae de las conclusiones del estudio los datos económicos siguen siendo muy negativos, ya que durante los 3 últimos años el sector ha sufrido unas pérdidas medias anuales de facturación del 26%.
Además, desde las organizaciones sectoriales andaluzas aseguran que la inflación ha elevado los costes de producción de los salones un 27,2%, mientras los costes de sus servicios solo han subido de media solo un 3,69%. “Una situación económica que deja a estos negocios en números rojos y hace necesaria y urgente la bajada del IVA del 21 al 10%”.
Otro de los datos destacable de la encuesta es que el sector sigue el camino de una autonomización progresiva y sigue perdiendo número de trabajadores en cada salón. En este sentido, el número de trabajadores/as de estos establecimientos se situó en 2022 en tan solo 1,38 empleados/as. Esta cifra no ha dejado de bajar. Si en 2020 era de 1,43, en 2018, año previo a la pandemia de COVID, era de 2,3 empleados/as.
En definitiva, durante estos últimos cuatro años las peluquerías y salones de belleza de España han destruido el 40% de su empleo.
Más concretamente, el 41,55% de los salones únicamente emplea al/la autónomo/a o propietario/a dueño del establecimiento y apenas 1 de cada 3 salones (26,28%) tiene más de un trabajador contratado.
Estos datos indican que cada vez más el negocio de los salones es menor y que en muchos casos “es una salida laboral únicamente orientada a la subsistencia y al autoempleo”, destacan las patronales, asociaciones y organizaciones sectoriales.
Además, denuncian que “lamentablemente, esta precariedad del sector se observa por el retroceso del número de trabajadores por salón, lo que supone destrucción de empleo, eminentemente femenino, y la aparición de toda una economía sumergida y competencia desleal en torno a la peluquería y estética que realiza sus servicios de forma itinerante en el domicilio de los propios clientes o en pequeños gabinetes en las propias casas de los/as profesionales expulsados/as del mercado laboral”.