La Orquesta Clásica de España nace como un ambicioso proyecto artístico de ámbito nacional que aspira a convertirse en una embajada cultural de primer orden para la promoción y difusión de la música española en el exterior. Muestra como avales sus propios mimbres: un director joven, Alberto Barranco, bruñido ya por el éxito cosechado en importantes experiencias internacionales; una plantilla prestigiosa, con un buen número de solistas procedentes de las orquestas más importantes del país; una proporción cuidadosamente medida entre la experiencia acumulada por los mayores y la energía y el ímpetu de los más jóvenes, avalados ambos por trayectorias brillantes y por un talento sobradamente acreditado.
En el equipaje de ilusiones de la nueva formación figuran propósitos claros y bien definidos. Desde la excelencia interpretativa, y sin olvidar el repertorio universal, la Orquesta Clásica de España se propone servir, en primer lugar, a la música y los músicos españoles. Tratará de convertirse en el vehículo ideal para difundir la obra de los compositores vivos, comprometerse con el gran repertorio para formación clásica y transitar por los parajes poco frecuentados de nuestro acervo musical. Para ello cuenta con una plantilla y una estructura flexibles: al lado de los programas concebidos para su formación habitual, habrán de sucederse otros para orquesta de cámara, e incluso algunos destinados a formaciones más reducidas. Tendrá como invitados a maestros y solistas de primer nivel y buscará la ordenada convivencia de la música de hoy con la música del pasado, sin olvidar la apertura hacia ámbitos tan necesarios como la musicología, la música antigua y la pedagogía.
Con un programa de obras emblemáticas, hoy se presenta ante el público de Zaragoza un proyecto que quiere buscarse un sitio propio en el complejo panorama de la cultura española. Gracias al apoyo y la generosidad de Ágreda Automóvil, se afronta el primer reto de una orquesta nueva que muestra ya sin complejos su vocación de durar, de demostrar que la sociedad puede levantar proyectos culturales de alcance apoyándose en la calidad del trabajo bien hecho y en la ilusión de quienes se ofrecen para ampararlo y protegerlo.