Borisa Simanic vivió una de las situaciones más injustas durante el Mundial de Filipinas del pasado verano. Un golpe, aparentemente sin peligro, terminó con una operación de urgencia y se le tuvo que extirpar un riñón. El jugador del conjunto rojillo a concedido una entrevista a los medios oficiales del club y, con una sonrisa enorme en su vuelta a Zaragoza después de todo lo acontecido, Borisa asegura que solo pensaba en volver a jugar a baloncesto: “Desde que desperté lo único que tenía en la cabeza era cuándo podía volver a entrenar. Hablé con el doctor, le pregunté cuánto tiempo. Tenía muchas ganas de volver a jugar”.
Borisa recuerda cómo sucedió todo aquello. Una situación tan desafortunada como injusta: “El golpe fue muy duro, me dolió mucho, como si me hubieran clavado una navaja. Al principio pensé que no era nada, pero fui al baño y vi mucha sangre. Acto seguido me llevaron al hospital. Me hicieron una resonancia, una prueba de rayos y vieron que tenían que operarme”.
Cuando estuvo en el hospital, todos los mensajes que le llegaron le hicieron mirar al futuro con el mayor optimismo posible, y confiado que iba a salir adelante: “La recuperación fue muy difícil, pero en el hospital todos los mensajes que recibí significaron mucho para mí y estoy muy agradecido. Me ayudaron a mantener el ánimo”.
Ahora, todo este tiempo después, Borisa asegura estar mejor y todo sigue avanzando según lo previsto tras vivir “el momento más duro de mi vida”. Además, el impulso que recibió el sábado de la ‘marea roja’ significó mucho para él, “me dio energía” y confiesa que el ‘coach’ Porfirio Fisac le ha asegurado que no está solo. Y en eso no se confunde: Casademont Zaragoza está con Borisa.