Hoy, 25 de noviembre, recordamos a Severino Reija Vázquez, una de las grandes figuras del fútbol español y, especialmente, del Real Zaragoza, que cumple 86 años. Nacido en Lugo en 1938, Reija fue un pionero en su posición como lateral izquierdo, marcando una era en el fútbol nacional e internacional.
Formado en las categorías juveniles del Oza Juvenil y posteriormente en el Deportivo de La Coruña, su talento pronto lo llevó al primer equipo gallego, donde debutó en Segunda División. Fue en 1959 cuando llegó al Real Zaragoza, club que sería su casa durante una década y donde se consolidaría como un símbolo de entrega y calidad. Su debut en Primera División tuvo lugar el 13 de septiembre de 1959, en un partido contra el Real Valladolid. A partir de entonces, su carrera se entrelazó con la historia dorada del Zaragoza.
Severino Reija no solo fue un defensa fiable y aguerrido, sino que también supo adaptarse a las exigencias del juego moderno, adelantándose a su tiempo como un carrilero capaz de sumar en ataque sin descuidar la defensa. Su solidez y liderazgo contribuyeron a los grandes éxitos del equipo zaragocista en los años 60, incluida la conquista de dos Copas del Generalísimo (1963/64 y 1965/66) y, por supuesto, la mítica Copa de Ferias de 1964, uno de los mayores hitos en la historia del club.
Además, su legado se extiende más allá del ámbito zaragocista. Con la selección española, Reija fue internacional en 24 ocasiones y formó parte del mítico equipo que ganó la Eurocopa de 1964, el primer gran título en la historia de España, que ganaron frente a la Unión Soviética por 2-1 en el Santiago Bernabéu. Participó también en dos Copas del Mundo, en Chile 1962 e Inglaterra 1966, consolidando su nombre entre los grandes del fútbol nacional.
Reija se retiró en 1969 tras defender la camiseta del Zaragoza con dedicación y elegancia durante diez temporadas. Su recuerdo perdura como uno de los pilares que forjaron la identidad zaragocista y desde el club también le han felicitado a través de sus redes sociales.
¡Felicidades, Reija!