Han pasado dos meses desde que el Real Zaragoza destituyera a Juan Carlos Cordero y Miguel Ángel Ramírez, y el puesto clave de la Dirección Deportiva sigue sin cubrirse. Desde el 16 de marzo de 2025, el club camina sin brújula mientras la temporada se apaga y el mercado de fichajes se acerca a pasos agigantados. La situación es insostenible, pero, por lo visto, no para la propiedad.
Según un medio de comunicación aragonés, Txema Indias sigue siendo la primera opción para liderar la parcela deportiva del club. Sin embargo, la dirección del club ya ha tanteado otras alternativas como Juanfran Torres o el exzaragocista Jorge López. Y, una vez más, la decisión final está en manos del Atlético de Madrid. Concretamente, Carlos Bucero, director de fútbol rojiblanco, tendrá la última palabra.
Y ahí estalla el zaragocismo. Porque el problema no es solo la lentitud, sino el fondo: ¿por qué el futuro del Real Zaragoza depende sistemáticamente del Atleti?
Las redes sociales ardían este lunes con comentarios de seguidores de ambos clubes. Desde la afición colchonera se preguntan “qué cojones hacemos nosotros decidiendo los asuntos del Zaragoza”, y desde Zaragoza crecen las voces que hablan de “equipo de pruebas” y “pérdida de identidad”. Algunos ya claman por una manifestación al finalizar la temporada bajo un lema claro: «Atleti fuera del Real Zaragoza».
Es la consecuencia directa de una propiedad desdibujada, que apenas comparece, y que delega en despachos de Madrid las decisiones vitales del club aragonés. Mientras tanto, la planificación de la próxima temporada sigue en el limbo, sin que nadie tome el timón ni trace un rumbo.
Y los jugadores lo saben. Muchos de los contratos terminan, jugadores insignia como Francho siguen sin renovar, y la incertidumbre invita a irse antes que a quedarse. ¿Qué proyecto hay? ¿Quién lo va a liderar? ¿Cómo se va a fichar?
La situación es crítica. Y la afición, cansada. Con la permanencia aún por sellar, la herida institucional sangra más que nunca. El zaragocismo no pide milagros, solo respeto, liderazgo y dignidad. Algo tan sencillo —y al mismo tiempo, tan ajeno— a esta etapa en la que el león parece haber sido vendido a otra jauría.
Porque no somos el Atleti, somos el león. Y ya va siendo hora de rugir.