El Real Zaragoza ha debutado hoy en Liga con derrota, pero el resultado es lo de menos. Lo grave es la sensación. Lo doloroso es que, más allá de lo anecdótico del 1-0, lo que hemos visto nos suena demasiado. Es el mismo guion de siempre. La misma película, el mismo final. Lo de hoy no ha sido la jornada 1. Ha sido la jornada 43.
Durante la primera parte nos ilusionamos. Vimos un equipo bien plantado, con orden, con intención. Un Zaragoza reconocible, que dominó el balón y generó peligro por bandas con Paulino y Moyano, dos nombres que mejoran lo del año pasado. Pero en cuanto sonó el silbato del descanso, se apagó la luz. Y el equipo se diluyó en una segunda parte desastrosa.
Y es ahí donde surgen las dudas. Muchas dudas. Porque Gaby, al que yo tenía muchas ganas de escuchar en rueda de prensa, hoy me ha dejado perplejo. No tanto por lo que dijo, sino por lo que hizo. Sacar a Bazdar en el 88′, después de una pretemporada jugando con dos delanteros, ¿qué sentido tiene? No tener claro si confías en Aketxe como enganche o como lanzador, ¿por qué insistir en él?
Y lo más preocupante: esta defensa no está a la altura. El lateral derecho es un fichaje de Primera RFEF. El izquierdo, ya sabíamos que no era fiable. Los centrales no están. Y Radovanovic, la única pieza que parecía sólida, fue sustituido sin explicación. Es imposible competir en Segunda si atrás eres una verbena. Y hoy lo hemos vuelto a ser.
Sí, faltan fichajes. Sí, confiamos en Chema Indias. Pero el mercado no espera. Y mientras Gaby lanza mensajes a la dirección deportiva —porque lo de hoy ha sido eso, un mensaje en toda regla— los puntos se escapan. Y lo peor es que los que caen ahora, duelen igual que en mayo.
Hay que reaccionar ya. Porque si no, esta película ya la hemos visto. Y no tiene final feliz.
