El entrenador de Casademont Zaragoza dirigió ayer por la tarde su primera sesión de entrenamiento con el equipo. Una primera toma de contacto que le sirvió para ratificar sus buenas sensaciones con respecto al grupo y en la que comenzó a implantar la filosofía que quiere transmitir durante esta temporada de estreno del club en la Liga Femenina Endesa.
En su primer entrenamiento al frente del equipo, Carlos Iglesias saca unos minutos para atendernos y contarnos cómo está viviendo unas primeras horas marcadas por la ilusión: “Hay muchas ganas de trabajar y conocerse”, resume satisfecho por la actitud de las chicas. “Es como un primer día de colegio donde todo el mundo está expectante y las sensaciones son muy buenas”, confiesa el técnico zaragozano. “Por todo lo que me llega, se ha despertado mucha expectación e ilusión y es sorprendente el nivel en lo que es el primer año”, analiza abrumado y motivado al mismo tiempo. “Ahora nos toca responder en la cancha para, no solo mantener la ilusión, sino para aumentarla”, señala.
Una meta que pasa por otro objetivo fundamental: “Convertirnos en el mejor equipo posible”, subraya ahondando en la importancia de la pretemporada. “Tenemos que sentar las bases de cómo vamos a funcionar y lo que queremos hacer”. De ahí que el trabajo físico cobre vital importancia en estos primeros días: “Hay que intentar llevar esto y la condición física de las jugadoras al mejor nivel posible”. Ya que el entrenador rojillo no duda de la materia prima con la que cuenta: “Contamos con muy buenas jugadoras, hay buenos mimbres pero ahora toca hacer la cesta”, expone de manera didáctica. “Eso conlleva un proceso, depende de la voluntad y profesionalidad de las jugadoras, pero eso está garantizado”.
Con la actitud fuera de toda duda, todo ese trabajo que se tiene por delante deberá verse reflejado, en apenas un mes, en la pista: “Hay que trabajar, luchar y pelear cada partido al máximo de nuestras posibilidades”, demanda Iglesias consciente de su importancia en la filosofía. “A partir de ahí, el juego debe venir marcado por ese esfuerzo e intensidad que nos permita jugar lo más rápido posible”, sostiene. “Eso lleva un gran trabajo detrás por parte de todos y ha de ser aceptado por todo el mundo”. Pero una vez conseguido, brindará un estilo de juego característico: “Una defensa sólida que nos haga tener un juego alegre, fluido y que nos permita divertirnos”, sentencia convencido de una máxima. “Si el equipo se divierte, se divierte todo el mundo”.