El cambio climático y sus efectos están afectando cada vez más al ámbito productivo y laboral, provocando riesgos emergentes de diversa índole, que van en aumento y que las empresas deben tener cuenta en su planificación tanto productiva como de recursos humanos. Así lo constata el estudio Riesgos emergentes y cambio climático. La experiencia del COVID 19, realizado por CEOE Aragón, dentro de las actuaciones desarrolladas en 2020 a través de un convenio de colaboración con la Dirección General de Trabajo, Autónomos y Economía Social del Gobierno de Aragón.
Por un lado, crecen los fenómenos meteorológicos extremos, que pueden condicionar la actividad de muchos sectores, como vimos con la tormenta Filomena; por otro, la pandemia de Covid 19 ha mostrado la gravedad que pueden alcanzar riesgos biológicos como las zoonosis, que se estima que han producido más del 60% de las enfermedades infecciosas detectadas en el mundo en las últimas décadas.
A estos riesgos, hay que sumar los químicos (como la exposición a tóxicos, por ejemplo, en accidentes causados por fenómenos naturales) y los riesgos psicológicos asociados a este tipo de vivencias y a nuevas o crecientes fórmulas de trabajo.
Para todos los sectores, el estudio plantea la importancia de contribuir a mitigar el cambio climático y, con ello, los riesgos emergentes asociados, fomentando la eficiencia energética y la economía circular, aspectos en los que el tejido productivo de Aragón ya ha dado pasos muy significativos, y está planteando nuevos proyectos en línea con las líneas estratégicas marcadas por la Unión Europea y su Plan de recuperación. También recomienda incrementar la información y sensibilización de empresarios y trabajadores sobre estos nuevos riesgos.
De forma más concreta, el estudio señala el sector agrario como uno de los que más pueden sufrir por efectos del cambio climático, dada su incidencia sobre las zonas adecuadas para cada cultivo, sus rendimientos y el desplazamiento y alcance de plagas y enfermedades, que afectan tanto a los cultivos como al ganado. Todo ello
puede incidir negativamente sobre los ya escasos márgenes del sector, así como suponer mayores controles e inversiones asociados a la seguridad alimentaria.
Por ello, se aboga por mejorar infraestructuras, modernizar el sector y ponerlo en valor para fomentar la inversión y el rejuvenecimiento, así como en tener en cuenta en las políticas del sector características claves como el tamaño de las explotaciones o el empleo estacional.
También el turismo, y especialmente el ligado a los deportes de invierno, es un sector claramente afectado, puesto que precisamente las zonas de montaña han sido identificadas como especialmente vulnerables al cambio climático. Prever la escasez de nieve y recursos hídricos para garantizar el turismo de esquí y deportivo exige impulsar otras modalidades de turismo (cultural, gastronómico, de salud, de congresos), así como trabajar en propuestas fiscales y económicas o sistemas de alerta temprana y capacitación para operadores turísticos.
El efecto de las condiciones y fenómenos meteorológicos también es claro sobre los sectores de Construcción y Transporte y Logística, que pueden ver muy condicionada su actividad por las temperaturas, temporales, etc., que impactan, además, fuertemente sobre las condiciones de trabajo y Seguridad y Salud Laboral de sus trabajadores. La mejora de la habitabilidad de los vehículos, el aumento y mejora de las áreas de descanso, la adecuación de EPIs o la activación y difusión de sistemas de alerta temprana, son medidas en las que se puede trabajar en estos sectores, junto a la formación.
El estudio también se refiere al sector de gestión de agua y residuos, crítico tanto por factores climáticos como biológicos y químicos, y al de atención de emergencias y sanitario, que lo es, además, en la respuesta y combate ante todos estos riesgos a los que también está expuesto, con especial incidencia de los biológicos y los psicológicos derivados del estrés y la fatiga ante su trabajo en situaciones extremas.