Volvió a hacerlo una vez más. Hace mucho tiempo que ya se están agotando los calificativos para definir las actuaciones de Cristian Álvarez, pero el portero argentino, en el partido frente al Real Oviedo, demostró una vez más su aplomo, su agilidad, su potencia, sus reflejos… y que muy pocos pueden con él desde los once metros.
El rosarino completó una de esas exhibiciones que ya no sorprenden a los aficionados zaragocistas, pero que dejan boquiabiertos a quienes no tienen la fortuna de contemplarlas de forma regular. A pesar de recibir tres tantos en la noche del Carlos Tartiere, esta se recordará más por el mano a mano que le ganó a Obeng, la estirada a propio tiro del ghanés, el pie que le sacó a Isaac… y, sobre todo, por el penalti que le detuvo a Borja Bastón.
Sin ninguna duda, la parada de la temporada. Borja, que ya había logrado batir desde los once metros al argentino en la primera parte, volvió a situarse en la distancia fatídica, dispuesto a remontar el partido para los suyos. Cristian permaneció impasible, como ausente, durante la carrera del exzaragocista hacia la pelota. En trance, como si ya supiera lo que iba a pasar. Y lo volvió a hacer. Con una tremenda estirada, a mano cambiada, ante un balón fuerte, colocado y elevado, se puso una vez más su capa de superhéroe para sacar a relucir sus superpoderes. Y salvó al Real Zaragoza.
Es la séptima vez que Cristian detiene un penalti en sus cinco temporadas como zaragocista. Le han lanzado 23, estrellándose uno de ellos en el larguero. Es decir, el guardameta atesora una espectacular efectividad cercana al 33% a la hora de detener los lanzamientos desde los once metros durante su trayectoria como blanquillo. Todos ellos han servido a los aragoneses para sumar. El Guardián de la Puerta del Carmen, como dejó patente una vez más hace apenas 48 horas, sigue siendo decisivo en el Real Zaragoza y en LaLiga SmartBank.