El colegiado Cristian Lixandru fue el primer árbitro rumano en dirigir partidos en España en Segunda B, dirigió su último partido el pasado domingo en el derbi oscense por la permanencia en Tercera División entre el Tamarite y el Sariñena, tras casi 300 partidos pitados en categoría nacional durante los 27 años que llevaba como trencilla.
El árbitro rumano, afincado en España desde hace dos décadas, tiene los 40 años cumplidos, edad máxima para dirigir encuentros en categoría nacional. “Soy un afortunado, he disfrutado mucho y me voy muy contento, dejando muchos amigos en el mundo del fútbol”. Tras siete temporadas en Segunda B y ocho en Tercera División, en diferentes etapas, Lixandru fue cocinero antes que fraile. Debutó como futbolista en Primera División a los 18 años en Rumanía, en el año 1998, en el equipo Jiul Petroșani, circunstancia que le ayudó mucho en el plano físico en sus años de arbitraje, además cuando llegó a España continuó con su faceta de futbolista en Regional Preferente en distintos equipos: Casetas, Santa Isabel, Monzalbarba y Maella, entre otros.
El fútbol y el arbitraje siempre han estado muy presente en la familia Lixandru, padre e hijo han seguido una carrera muy parecida, tanto de futbolista como de árbitro: “Me invitaron hace dos años a arbitrar el Centenario del Jiul Petroșani, junto con mi padre, club donde jugamos los dos en Primera División. Este club se fundó en 1919 y ganó dos copas de Rumanía. “Además, mi padre también fue árbitro en Segunda División en Rumanía”, afirma Cristian.
El colegiado adscrito al Comité Aragonés de Árbitros de Aragón ha dirigido más de 100 partidos en Segunda B, unos 60 de cuarto árbitro -tanto el Primera como en Segunda-, acompañando en la mayoría de encuentros al aragonés Carlos Clos, y unos 100 en Tercera División… “He disfrutado mucho de cuarto árbitro en varios partidos de élite: Real Madrid-Atlético de Madrid o un Barça-Sevilla…”, señala Lixandru
Los colegiados no han estado al margen de la pandemia en el fútbol e igual que los jugadores han echado mucho de menos al público en los estadios. “Hemos echado mucho de menos la carga emocional que hay en los partidos con el público, porque al árbitro le gusta que cuanto más haya en juego en un partido de futbol, mejor”.