El arbitraje, el enemigo que encuentra al Real Zaragoza

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Es fácil caer en la tentación de culpar al árbitro cuando las cosas van mal. Es el recurso del equipo que no sabe competir, la excusa que desvía la atención de los verdaderos problemas. Pero, en el caso del Real Zaragoza, la queja no es gratuita. Los errores arbitrales contra este equipo no son puntuales, no son aislados: son una constante que perjudica, una tras otra, las aspiraciones de un equipo que ya tiene suficientes problemas por sí solo.

El gol anulado la jornada anterior, la expulsión de Dani Gómez contra el Burgos, las tarjetas sacadas con diferente criterio… Los zaragocistas tienen razones para sentirse perjudicados. Y lo peor es que nadie dentro del club parece levantar la voz. Mientras en otros equipos se protesta, se presiona y se defiende la institución con vehemencia, en el Zaragoza se mantiene un silencio cómplice, como si aceptar estos atropellos fuera parte del ADN del club.

No se trata de tapar las miserias propias con errores ajenos. Se trata de exigir respeto. Se trata de que, aunque el Zaragoza no esté haciendo méritos para ascender, tampoco debería ser empujado más abajo por decisiones injustas. Se trata de que alguien en el club, por una vez, se plante y deje claro que basta ya. Porque, si nadie lo hace, el Zaragoza seguirá siendo el equipo al que es fácil pisotear sin consecuencias.