Los nervios del primer día de colegio, el sabor de un primer beso, la emoción de un primer viaje… Hay experiencias que quedan grabadas en la retina de nuestra mirada y marcadas a fuego en el almacén de nuestros recuerdos, para siempre. Nunca se olvidan. Para un aficionado zaragocista, quizás lo más parecido sea su primer partido en La Romareda. Para un futbolista del Real Zaragoza, esas sensaciones solo las produce marcar su primer gol en el teatro de los sueños de la afición blanquilla.
Una emoción incomparable, inexplicable. Un sentimiento compartido a lo largo de muchos años por jugadores como Carlos Lapetra, o Marcelino, o Arrúa, o Esnáider, o Diego Milito, o David Villa… Pongan ustedes a su favorito. Tantos y tantos futbolistas de leyenda mundial que saben lo que es enviar la pelota al fondo de las características redes del estadio municipal, reconocibles en el mundo entero. Unas de las favoritas de los profesionales de todas las épocas, por la plasticidad de la caricia de la pelota en esas entrelazadas cuerdas, testigos de numerosas proezas a lo largo de los años.