Cinco jornadas. Tres empates. Dos derrotas. Cero victorias. Tres puntos de quince. Ese es el balance frío, doloroso y alarmante de un Real Zaragoza que, tras un verano lleno de ilusión, fichajes y buenas palabras, no arranca. Y lo más preocupante no es el resultado, sino la sensación de que volvemos a caminar sobre un camino que ya conocemos demasiado bien.
Gabi Fernández insiste, y con razón, en que las sensaciones son buenas. Que el equipo domina, que genera, que compite. Y no se le puede negar. El Zaragoza no es inferior a sus rivales. Ante el Valladolid y el Albacete mereció más. Pero el fútbol no premia intenciones, ni estadísticas, ni revisiones de VAR interminables. Premia los goles. Y ahí, seguimos a cero.
Contra el Albacete, el equipo volvió a adolecer de los mismos males: falta de pegada, errores en los metros finales y cierta ansiedad cuando el tiempo corre en contra. Hubo hasta seis ocasiones claras. Y no entró ninguna. A eso hay que sumarle decisiones arbitrales discutibles —el no penalti por mano de Escriche en la primera parte o el gol anulado por un fuera de juego milimétrico que tardó ocho minutos en resolverse— que aumentan la frustración, pero no pueden tapar el problema principal: no se gana.
El Zaragoza de Gabi tiene cosas buenas: Saidu es un central con jerarquía y despliegue, Paul Akouokou ha dado un salto de calidad en la medular y Francho ha recuperado parte de su mejor nivel. Pero también hay dudas. Kodro, aún fuera de forma. Valery, desaparecido. Y un Dani Gómez voluntarioso, pero sin acertar siempre.
Se pidió paciencia. Se asumió que muchos llegaron tarde y sin pretemporada. Se entendió que el cambio de estadio requiere adaptación. Todo eso es cierto. Pero el fútbol profesional no espera. Porque aunque el Zaragoza está más cerca de ganar que de perder, la tabla no perdona: tres puntos de quince son números de descenso.
La próxima semana toca Andorra, después el Mirandés. Dos salidas exigentes. Dos oportunidades para cambiar la narrativa. Porque si no se gana pronto, el runrún se convertirá en ruido.