El Real Zaragoza cerró una de sus temporadas más decepcionantes con una actuación bochornosa en Castellón, donde cayó con estrépito por 4-1 en un partido que retrató todas las carencias del equipo aragonés. Sin nada en juego salvo el honor, los blanquillos ofrecieron una imagen indigna, superados en todos los aspectos del juego por un Castellón mucho más intenso, sólido y eficaz.
El desastre comenzó pronto. Apenas habían transcurrido dos minutos cuando Raúl Sánchez, completamente solo en el área, empujó un pase de Cala para firmar el 1-0. El mazazo no despertó al Zaragoza, que apenas ofrecía oposición. En el minuto 16, de nuevo Raúl Sánchez amplió la ventaja aprovechando un desajuste defensivo clamoroso. La sangría continuó con el 3-0 de Sergio Moyita en el 33’, tras una gran jugada de Awer Mabil. Y por si quedaban dudas, Cala cerró una primera parte sonrojante con el 4-0 justo antes del descanso.
Los cambios al inicio del segundo tiempo apenas sirvieron para maquillar el resultado. El equipo de Gabi Fernández lo intentó tímidamente con disparos lejanos de Aketxe y alguna acción individual de Dani Gómez. Fue precisamente el delantero madrileño quien logró el gol del honor al transformar un penalti en el 65’. Pero para entonces el Castellón ya había bajado el ritmo y pensaba más en no lesionarse que en seguir ampliando la ventaja.
La segunda mitad sirvió más para constatar la impotencia ofensiva y el caos defensivo del Zaragoza que para ilusionar de cara al futuro. El equipo apenas generó peligro real salvo por algunas internadas esporádicas, mientras que los locales siguieron teniendo ocasiones claras hasta el pitido final, bien desbaratadas por Rebollo o mal definidas por Mabil y De Miguel.
El encuentro terminó con cabezas gachas en el banquillo visitante. No hubo orgullo, ni reacción, ni espíritu competitivo. Tan solo la certeza de que el Real Zaragoza necesita una profunda reconstrucción desde los cimientos para aspirar a algo más que la mera supervivencia en Segunda División.
Castellón se dio un festín y el Real Zaragoza volvió a mostrar su peor cara en un partido que debe marcar un punto de inflexión. Porque el zaragocismo no merece otro año más de decepciones. Y lo ocurrido en Castalia fue algo más que una derrota: fue un auténtico ridículo.