El mercado de invierno siempre genera una mezcla de ilusión y escepticismo en el zaragocismo. Hay quienes sueñan con esos “fichajes ilusionantes” que prometían en verano, pensando que con dos o tres refuerzos se puede revertir la situación y pelear por el ansiado ascenso. Sin embargo, la realidad del Real Zaragoza, a día de hoy, invita a una reflexión más cauta.
Si miramos a nuestros competidores directos, como Almería o Elche, es evidente que la diferencia en juego y resultados es notoria. Mientras ellos parecen tener las ideas claras, nosotros, hasta hace poco, no ganábamos “ni al tato”. La llegada de David Navarro trajo una victoria que dio un respiro, y ahora, con Ramírez al frente, parece que todo vuelve a reiniciarse.
Ese reinicio, aunque necesario, plantea dudas. Cambiar de entrenador implica comenzar un nuevo proyecto, y eso tiene un coste. Lo que Víctor Fernández veía como piezas prescindibles puede que ahora sean elementos clave para Ramírez, o viceversa. Así que, si el director deportivo, Juan Carlos Cordero, ya había avanzado en posibles fichajes o salidas, esas gestiones podrían ser ahora irrelevantes. Estamos, en cierto modo, ante un “reset” en medio de la temporada, pero con un déficit de puntos preocupante.
Pensar en un ascenso este año parece, siendo realistas, una utopía. Como bien decía Víctor en sus últimas ruedas de prensa, la base actual no es la de un proyecto ascendente. Hay que afrontar la situación con los pies en la tierra: los tiempos de la propiedad no son los tiempos del equipo ni de su afición.
Sin embargo, no todo es pesimismo. Un cambio de entrenador suele traer consigo un soplo de aire fresco y, aunque en el Real Zaragoza no solemos ser muy de cumplir tópicos, ojalá esta vez sí se dé el de “entrenador nuevo, victoria segura”.
El próximo partido será una prueba de fuego. Ramírez tiene la difícil tarea de insuflar energía a una plantilla que ha pasado días reseteando, aunque queda por ver si el optimismo ha vuelto o si aún pesa el lastre de una primera vuelta decepcionante.
El zaragocismo, como siempre, estará ahí, apoyando y esperando que este mercado de invierno no solo traiga fichajes, sino también un cambio de mentalidad. Porque, al final, el fútbol no solo se juega en el campo; también se gana en el corazón de quienes creen en el equipo.