El legado de Leo Beenhakker en el banquillo zaragocista
La historia del Real Zaragoza está repleta de nombres ilustres que han dejado huella en el club, y entre ellos destaca, por derecho propio, el de Leo Beenhakker. quien hoy a los 82 años ha fallecido tras varios meses de enfermedad. El técnico neerlandés arribó a La Romareda en la temporada 1981 y dirigió el banquillo hasta 1984. En una época de transformaciones futbolísticas, con la misión de reestructurar el equipo y dotarlo de una nueva identidad de juego. A pesar de su paso relativamente breve, su impronta se sintió con fuerza tanto en la afición como en la cultura táctica del conjunto aragonés.
Beenhakker llegó precedido de su experiencia en el Ajax de Amsterdam y avalado por su conocimiento del fútbol total que tanto éxito había dado a la escuela neerlandesa. En Zaragoza encontró un plantel con ganas de reinventarse, y no dudó en implantar un estilo caracterizado por la posesión del balón y la fluida transición ofensiva. Dirigió a jugadores de la talla de Señor, Valdano o el delantero Pichi Alonso. Su propuesta no solo se centró en el apartado técnico, sino también en la formación de un bloque sólido y cohesionado que potenciara las virtudes individuales de cada futbolista. En su etapa, el Real Zaragoza quedó en puestos destacados en la parte alta de la clasificación.
Bajo su dirección, el Real Zaragoza apostó por un juego valiente y ofensivo, incluso en campos complicados, lo que sirvió para generar entusiasmo entre la hinchada maña. Aunque el equipo no consiguió títulos sonados en aquel periodo, los avances tácticos y la ambición desplegada sobre el césped sentaron las bases de un proyecto que se vería reforzado en temporadas posteriores. Además, Beenhakker supo gestionar con acierto el vestuario, manteniendo la armonía y exigiendo a cada jugador un compromiso absoluto con la filosofía de la entidad.
La experiencia que acumuló en aquel periplo español le serviría, años más tarde, para dirigir a otros grandes clubes y selecciones, pero siempre recordó con afecto su etapa en Zaragoza. Tanto el club como los aficionados mantuvieron un excelente recuerdo de su profesionalidad y dedicación, reconociendo que su apuesta por un fútbol asociativo y atrevido contribuyó a revitalizar al equipo en un momento clave.
La etapa de Leo Beenhakker como entrenador del Real Zaragoza supuso un capítulo singular en la historia del club. Su visión vanguardista y su capacidad para impulsar un estilo de juego dinámico sembraron la semilla de un legado que seguiría floreciendo en años venideros, y todavía hoy es recordado con admiración por la afición zaragocista.