Ilusión pero seguimos en la cuerda floja

0

Por más que se quiera vestir de optimismo la llegada de Gabi Fernández, lo cierto es que el Real Zaragoza sigue inmerso en una situación futbolística alarmante. Es comprensible que el foco mediático se haya volcado en la figura del nuevo entrenador, en su energía y en su implicación emocional con el club, pero hay que mirar más allá del relato. El partido contra el Córdoba dejó algunos destellos de mejoría, sí, pero también confirmó que seguimos arrastrando problemas estructurales graves que comprometen la permanencia.

Lo primero, la defensa. Una vez más, encajamos un gol a balón parado. Una vez más, sufrimos para cerrar espacios en zonas clave. Señalarlo no es ser “negativo”, ni ir contra el equipo, ni fomentar un clima tóxico. Es hablar de fútbol, que es lo que nos ocupa. Y si una parte de la afición —o incluso del entorno del club— cree que la crítica es sinónimo de deslealtad, entonces el problema es más profundo.

No, no es que la afición no anime. En La Romareda se animó, se empujó y se creyó. Y no se ganó. Porque a día de hoy, el Real Zaragoza necesita más que pasión: necesita fútbol. Y lo preocupante es que no lo tiene.

Es muy fácil recurrir al “si no vas a decir algo positivo, cállate”. Pues no. No vamos a callarnos. Porque el análisis crítico y respetuoso es más útil que el aplauso hueco. Y porque el club necesita un entorno exigente que no se conforme con lo mínimo.

Lo único en lo que uno puede agarrarse es en la figura de Gabi. En apenas una semana, ha intentado imprimir un sello, mostrar una idea, algo reconocible. Y eso ya es mucho en el contexto de caos que arrastramos. Pero él no puede hacerlo todo. Si seguimos esperando a que el Eldense pierda para respirar, si seguimos dependiendo de lo que hagan otros para salvarnos, el desenlace puede ser trágico.

Esto no se arregla solo con ánimo ni con frases bonitas. Esto se arregla con juego, con rigor y con carácter. Y de eso, por ahora, seguimos escasos.