En la previa del empate entre el Real Zaragoza y el Eibar, el club sorprendía difundiendo un vídeo con la presencia de Jorge Mas, presidente del Club, desde la propia Romareda. No es habitual ver a Mas en Zaragoza —su foco principal sigue siendo el Inter de Miami—, pero en momentos delicados, el empresario cubano-estadounidense reaparece para dejar su mensaje institucional, aunque más simbólico que sustancial.
“Tenemos que ser uno, tenemos que respaldar el club”, comenzó su intervención, en un tono motivacional que parecía más sacado del vestuario del equipo de Messi que del zaragocismo cotidiano. “Nos enfrentamos sin duda a tiempos difíciles, tenemos un gran reto en estas últimas semanas de la temporada”, añadió, en referencia a la dramática lucha por evitar el descenso a Primera RFEF.
Jorge Mas volvió a apelar al famoso “Zaragoza nunca se rinde”, aunque muchos se pregunten si quien lo dice ha seguido de verdad los altibajos —más bajos que altos— de la temporada. “Cuando las cosas se calientan hay que pelear y hay que ponerle ánimo y garras a la situación”, insistió, mientras evitaba cualquier autocrítica sobre la gestión de la propiedad, especialmente tras una planificación deportiva y estructural ampliamente cuestionada por la afición.
También tuvo palabras para el nuevo entrenador: “Estoy muy satisfecho con Gabi y el mensaje que ha dado. Su carácter, su entusiasmo, su confianza. Creo que eso es lo que queremos como representante de nuestro club”. Una valoración que suena sincera, pero llega tras haber delegado durante meses la dirección deportiva en decisiones que no siempre han fortalecido al club.
Mas cerró su mensaje con otra dosis de optimismo: “Nuestros mejores días están por delante”. Lo cierto es que La Romareda respondió esa tarde con el alma, y su portero con un cabezazo milagroso. Pero al club no le vendría mal que quien lo preside no se asomara solo cuando la tormenta ya está encima. Porque para unir, primero hay que estar.