Esta mañana ha quedado constituida la Comisión Local de Protección Civil, un órgano municipal presidido por el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, y que está integrado por la consejera de Servicios Públicos y Movilidad, Natalia Chueca y el concejal delegado de Protección Civil, Alfonso Mendoza, ambos como vicepresidentes; técnicos de Servicio de Bomberos; y responsables de distintas áreas municipales participantes en situaciones de emergencia, como Policía Local, Prevención y Salud, Infraestructuras, Movilidad, etcétera.
Esta Comisión tiene como objetivo ser un órgano asesor, informativo y deliberante en materia de Protección Civil. Tiene, así, un carácter multidisciplinar y de apoyo en este ámbito.
Aunque no se trata de un órgano de existencia “obligatoria”, su creación sí está avalada por la Ley de Capitalidad de Zaragoza, que recoge la posibilidad de crear comisiones específicas de asesoramiento, algo que cobra sentido teniendo en cuenta las dimensiones de la ciudad y las necesidades de coordinación en materia de Protección Civil.
En su primera reunión, la Comisión ha dado luz verde al borrador de nuevo Plan de Emergencias Municipal, que prosigue así su andadura administrativa hasta su aprobación definitiva. El nuevo PEMUZ será llevado a la próxima Comisión de Pleno de Servicios Públicos en septiembre para su aprobación. En caso afirmativo, y tras su aprobación provisional por el Pleno, deberá ser remitido a la Comisión de Protección Civil del Gobierno de Aragón. Una vez avalado por la DGA, el Pleno de Zaragoza lo aprobará de manera definitiva. Se espera que todos estos trámites puedan concluir a finales de año.
Este Plan, que es obligatorio para las grandes ciudades, fue presentado en su momento a los grupos municipales, y sustituirá al anterior, que data en 2007.
Este nuevo plan incorpora todo el conocimiento que los servicios municipales involucrados en una emergencia han ido adquiriendo en los últimos años, atendiendo la necesidad de actualizar el plan, ya que los riesgos y su impacto en la capital aragonesa van cambiando. Precisamente una de las novedades del nuevo plan es que clasifica las amenazas para la ciudad, y lo más importante, el nivel de riesgo que tiene cada una de ellas para la seguridad de los vecinos, así como la respuesta de los servicios de emergencia ante cada uno de los escenarios.
Para ello, y en función del histórico de la ciudad, se ha tenido en cuenta la probabilidad de que ocurra el desastre como las consecuencias del mismo. De esta forma, las avenidas extraordinarias del río son consideradas como principal riesgo, teniendo en cuenta la frecuencia de estos episodios y sus efectos, y por tanto se sitúan en el nivel rojo del semáforo del plan.
En esta clasificación, aparecen otros riesgos naturales, como las lluvias intensas, las olas de fríos, nevadas o las rachas de viento fuerte, que aunque se registran con mucha frecuencia en la capital aragonesa no provocan afecciones importantes, por lo que el riesgo de alerta es medio. En el mismo nivel, se encuentran las borrascas de nieve, no tanto por su periodicidad, que es baja en la capital aragonesa, sino por las grandes afecciones que provocan para la seguridad de los vecinos.
Además de los riesgos naturales, el plan contempla también las amenazas de otra naturaleza como las tecnológicas, como puede ser un accidente de un transporte de mercancías peligrosas, y otros de origen antrópico como puede ser el derrumbamiento de un edificio, incendios urbanos o actos terroristas.
Por otro lado, el nuevo plan se ha adaptado también a las nuevas tecnologías e incorpora un mapa interactivo donde actualizar la información a tiempo real para conocer el estado de la emergencia. Ya se estrenó con éxito en la borrasca de Filomena hace un año y recientemente en la avenida extraordinaria del Ebro del pasado mes de diciembre, lo que permitió trabajar con mucha más antelación y minimizar los daños.