La economía aragonesa siguió creciendo en términos anuales (1,9%) y trimestrales (0,3%) durante el tercer trimestre de 2019, mostrando una ligera aceleración de una décima en ambos casos, a pesar del marco global de tendencia a la desaceleración de la actividad. La composición del crecimiento de la economía aragonesa durante el verano continuaba mostrando una aportación positiva tanto de la demanda interna como de la externa. Desde el punto de vista de la oferta, la evolución de los diferentes sectores productivos en el tercer trimestre del año era algo dispar en Aragón, con agricultura e industria acelerando mientras construcción y servicios perdían algo de fuelle.
Por su parte, el mercado de trabajo de Aragón continuaba mostrando un comportamiento positivo y dinámico. Por su parte, durante el periodo considerado los precios desaceleraban debido a la energía. Finalmente, los indicadores parciales de actividad del cuarto trimestre del año sugieren una suave desaceleración, acorde con el entorno nacional e internacional, si bien el ritmo de actividad se mantendría en cotas muy similares a las de los trimestres previos.
Así lo recoge el Boletín Trimestral de Coyuntura número 67, que publica este viernes el departamento de Economía, Planificación y Empleo y que incluye el análisis de la evolución de la economía internacional, española y, especialmente, aragonesa en el tercer trimestre de 2019.
A nivel nacional la economía española desaceleraba suavemente en términos interanuales (1,9%), consecuencia de la menor contribución positiva del sector exterior al crecimiento de la economía española ya que la demanda interna aumentaba su aportación positiva al crecimiento interanual del PIB nacional. No obstante, mantenía constante su crecimiento en términos intertrimestrales (0,4%). Desde el punto de vista de la oferta, en un tono similar al caso de Aragón, agricultura e industria aceleraban su crecimiento mientras que la construcción y los servicios moderaban su ritmo de avance. En este contexto en el que el ritmo de actividad permanecía casi constante, la evolución del mercado de trabajo continuó siendo positiva mientras la inflación desaceleraba.
Por lo que respecta al plano internacional, la actividad económica global se encontraba en una fase de desaceleración sincronizada, con un balance de riesgos sesgado a la baja que ha llevado a una revisión también a la baja de las previsiones tanto para 2019 como para el próximo año 2020. Así, el FMI pronostica que el ejercicio 2019 termine con un crecimiento del 3,0% anual en promedio, dos décimas menos que lo proyectado en julio y el ritmo más lento desde la crisis financiera de 2008. En un tono similar, la OCDE prevé un aumento del PIB mundial entre el 2,9% y el 3,0% anual en el conjunto de 2019.