María José Poves conseguía en 2012 su mayor éxito deportivo internacional, la medalla de bronce individual en la Copa del Mundo de 20 km marcha de Saransk (Rusia) y, bajo su liderazgo, la escuadra femenina española se colgaba la plata por equipos. Sólo se vio superada por las rusas Elena Lashmanova, a la sazón campeona de Europa y mundial júnior, y Olga Kaniskina, campeona mundial y olímpica… que eran dos tramposas.
La brava marchadora aragonesa se proclamó subcampeona en 2016, cuatro años después de terminar aquellos 20 km, cuando se demostró que Kaniskina, la segunda, había corrido dopada. Maria José recibió su medalla de plata individual y su oro por equipos, porque con la descalificación de la rusa la escuadra española se subía a lo más alto del podio. Una medalla sin himno, sin aplausos, hurtados por las trampas de la rusa.
Y esta semana, Maria José Poves se ha proclamado campeona del mundo de 20 km marcha, una década después de competir, porque ha quedado demostrado que también la rusa que cruzó primera la meta en aquella ocasión, Elena Lashmanova, marchaba dopada. Por fin, en 2022, ya sabemos quién fue la mejor en Saransk, quién hubiese mostrado orgullosa su doble oro individual y por equipos desde lo más alto de aquel podio, limpia, sin hacer trampas, con unos resultados frutos exclusivamente de su esfuerzo y sacrificio.
Aunque hayan pasado 10 años desde aquella Copa del Mundo de 20 km marcha, ¡enhorabuena, Mariajo! Porque esa nueva medalla de oro que te acabas de colgar al cuello es, además de un premio por tu capacidad en competición, el reconocimiento a todos los y las atletas que han sufrido la injusticia por defender una competición limpia.