Reuniones secretas y falta de autocrítica

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Fotografía: Real Zaragoza.

Ayer por la tarde tuvo lugar una reunión semiprivada en la que participaron unas 300 personas, todas ellas zaragocistas, convocadas para escuchar las explicaciones del director general del Real Zaragoza, del entrenador y del capitán Lluís López sobre el rumbo del club. La cita, organizada en el auditorio de Zaragoza, no se emitió por ningún canal oficial, y se pidió “privacidad”: nada de grabaciones ni transmisiones. Sin embargo, como es habitual en los tiempos que corren, la información ha trascendido.

La velada transcurrió entre críticas a la prensa, una llamada a la paciencia de la afición y la enésima reiteración de que “algo grande” se construirá de cara a 2027. Uno se pregunta: ¿por qué 2027? ¿De dónde sale esa fecha y por qué esa urgencia por el secretismo si, al final, se invitó a cientos de personas? La respuesta parece ser la de convencer a un sector “representativo” del zaragocismo, esperando que ese grupo arrastre al resto. Sin embargo, muchos se han quedado con la sensación de que lo sucedido roza cierta intención de moldear la opinión pública sin difundirlo al gran público.

El entrenador, recién llegado, habría mostrado sorprendentemente poca autocrítica pese a no haber ganado todavía un partido: ni reconoció haber planteado mal los dos encuentros disputados, ni admitió errores a la hora de leer el juego (pese a que en el último choque la afición le sugirió un cambio que resultó decisivo). Además, lo que más llama la atención es la crítica a los medios de comunicación y a la misma afición. Parecería que el gran problema fueran los periodistas “negativos” y los seguidores que piden explicaciones, y no un sistema defensivo dudoso o la falta de gol. El capitán también habría centrado parte de su discurso en matizar sus palabras sobre la grada en un partido anterior, pero sin asumir una autocrítica real.

Mientras tanto, el director general supuestamente defendió que gran parte de la estructura del club se estaba “reinventando” porque, al parecer, antes se trabajaba de forma “amateur”. Esto incluye la propia ciudad deportiva, la organización interna y un presunto proyecto a largo plazo que, de nuevo, tiene como horizonte 2027. Lo paradójico es que, si la propiedad lleva ya varios años al mando, no se entiende bien por qué se habla de un futuro tan lejano.

Este “acto privado” deja la sensación de que, en lugar de asumir su responsabilidad deportiva, algunos en el club se centran en culpar a la prensa y en pedir más tiempo a la afición, que vuelve a oír promesas de planes ambiciosos sin ver resultados inmediatos. Mientras tanto, la crisis deportiva sigue su curso y se disipa el optimismo de llegar a los puestos de ascenso. Escuchar la palabra “proyecto” siempre suena bien, pero el discurso pierde fuerza cuando, por segunda vez en pocos meses, los hechos en el césped no acompañan.

La mayoría de zaragocistas, que no tuvieron acceso a este peculiar encuentro, se preguntan: ¿era realmente necesario tanto secretismo? ¿Por qué tanta insistencia en 2027? Y, sobre todo, ¿cuándo llegará la autocrítica real de quienes dirigen y forman el equipo? Porque, al final, son ellos quienes deben demostrar su valía en el campo y no escudarse en supuestas “malas vibraciones” de la prensa o la afición. La paciencia se agota y el fútbol, como siempre, dictará sentencia.