En el Café con Goles de este viernes, nos planteábamos una pregunta inquietante que ronda la mente de la afición zaragocista: ¿se le ha caído el equipo al entrenador del Real Zaragoza? Tras un arranque prometedor, los últimos tres empates consecutivos han encendido las alarmas y resucitado fantasmas del pasado. La sensación de que esta temporada podría seguir el mismo rumbo que la anterior empieza a calar entre los seguidores blanquillos.
El problema no parece estar en la capacidad goleadora del equipo. Los delanteros están cumpliendo con creces, demostrando una buena sintonía y eficacia frente a la portería rival. Sin embargo, el trabajo defensivo está dejando mucho que desear, algo que quedó patente en los últimos encuentros. Tanto Lluis como Vital, piezas clave de la zaga, atraviesan un bajón de rendimiento que no pasa desapercibido. Las imprecisiones y la falta de contundencia han provocado que los rivales aprovechen oportunidades que, en teoría, deberían haberse neutralizado con facilidad.
Por fortuna, el portero del equipo está en un gran momento. Sus intervenciones han sido determinantes para evitar males mayores y han contribuido a mantener al equipo a flote en momentos críticos. Sin embargo, no puede hacerlo todo solo. La falta de solidez defensiva está comprometiendo el esfuerzo colectivo, y urge una solución antes de que esta debilidad se convierta en una tendencia irreversible.
Otro aspecto que no pasa desapercibido es la elección de las alineaciones. En estos últimos encuentros, las decisiones del entrenador han sido objeto de debate entre aficionados y analistas. Hay quienes consideran que ciertos ajustes tácticos y estratégicos podrían marcar la diferencia para devolver al equipo a la senda del triunfo. Si bien es cierto que en el fútbol las dinámicas pueden cambiar de un momento a otro, es fundamental que el cuerpo técnico tome medidas inmediatas para revertir esta situación.
La preocupación de la afición no solo se centra en los resultados, sino también en las sensaciones. Los empates, más allá del punto conseguido, han dejado un sabor amargo. Este equipo, que comenzó la temporada con un planteamiento valiente y ambicioso, parece haber perdido algo de esa chispa inicial. La cuestión es si este bache es temporal o si estamos presenciando el inicio de una crisis más profunda.
El Real Zaragoza cuenta con recursos para dar un giro a la situación. La capacidad goleadora de sus delanteros, la solvencia de su portero y una afición incondicional que siempre está detrás del equipo son razones suficientes para ser optimistas. No obstante, el margen de error es cada vez más estrecho.
El próximo partido será una prueba de fuego. Más que los tres puntos, está en juego la confianza en el proyecto deportivo. La hinchada blanquilla quiere creer que este no será otro año más de sufrimiento. El tiempo dirá si el entrenador logra ajustar las piezas y devolver al Real Zaragoza al nivel que todos esperan. Por ahora, la pregunta sigue en el aire: ¿se le ha caído el equipo?