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Trump recula en su ofensiva comercial global tras el desplome de los mercados

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Los productos aragoneses esquivan por ahora el impacto de los aranceles estadounidenses

En un giro inesperado, pero forzado por las circunstancias, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado marcha atrás en la política arancelaria que puso en marcha hace apenas una semana y que desató una auténtica tormenta económica a escala global. Su intento de imponer unilateralmente aranceles a la práctica totalidad de los países del mundo ha terminado en un abrupto retroceso, dejando solo a China como blanco de una guerra comercial que, por el momento, se cobra su mayor víctima en la credibilidad del inquilino de la Casa Blanca.

Los mercados reaccionaron con contundencia desde el primer momento. Las principales bolsas internacionales, incluida la de Nueva York, registraron fuertes caídas tras conocerse la entrada en vigor de la nueva política proteccionista. Los inversores huyeron del riesgo y las señales de una posible recesión empezaron a aflorar con rapidez en los análisis de los principales organismos económicos. La incertidumbre global provocó, además, un aumento de la prima de riesgo de la deuda pública estadounidense, hasta el punto de que algunos expertos empezaron a hablar abiertamente de dificultades futuras para refinanciarla.

Este último indicio de desconfianza fue el factor definitivo que llevó a Trump a rectificar. El miedo a una recesión mundial, acompañado del temor a una crisis de confianza sobre la deuda de Estados Unidos, se convirtió en una bomba de relojería que el propio presidente no quiso detonar. Así, en un escueto comunicado emitido desde la Casa Blanca, el gobierno estadounidense confirmó que retiraba de forma inmediata los aranceles anunciados a todos los países con excepción de China, a la que acusa de prácticas comerciales desleales.

La decisión trae un respiro a numerosas economías nacionales, entre ellas la española. Y dentro de esta, especialmente a la aragonesa, cuyas exportaciones agrícolas e industriales estaban en el punto de mira del proteccionismo estadounidense. Productos como el aceite de oliva o el vino, sectores con importante presencia en las exportaciones aragonesas a Estados Unidos, han evitado de momento un golpe que podría haber tenido consecuencias muy negativas. También se libra, al menos por ahora, la industria de componentes para el sector del automóvil, que en Aragón mantiene vínculos relevantes con fabricantes y proveedores norteamericanos.

La reacción entre los exportadores aragoneses ha sido de alivio, aunque con cautela. “La situación ha sido un auténtico susto. Si los aranceles se hubieran aplicado, estaríamos hablando hoy de una crisis para el sector”, comentaba ayer un representante del clúster agroalimentario de la región. Desde el Gobierno de Aragón, fuentes de la Consejería de Economía han valorado positivamente la retirada de los aranceles, aunque han insistido en la necesidad de “vigilar de cerca” la evolución de la política comercial estadounidense, “porque este tipo de decisiones unilaterales generan un clima de inseguridad que perjudica al comercio internacional”.

El único frente abierto que mantiene Washington es, por tanto, el chino. La Casa Blanca ha confirmado que, en el caso del gigante asiático, no solo se mantienen los aranceles ya anunciados, sino que algunos se elevan hasta el 125%, en una escalada sin precedentes desde el inicio de la guerra comercial entre ambas potencias. Los analistas advierten de que este conflicto bilateral puede tener también efectos indirectos sobre terceros países, pero subrayan que la retirada generalizada de los aranceles al resto del mundo reduce notablemente el riesgo inmediato de una recesión global.

Con este paso atrás, Trump trata de contener el daño político y económico de una medida que nació envuelta en polémica y ha terminado aislando aún más a Estados Unidos en el escenario internacional. Aunque el presidente ha evitado hacer autocrítica, lo cierto es que el caos financiero de los últimos días ha evidenciado los límites de una estrategia basada en la confrontación comercial. Y ha demostrado que, en un mundo interconectado, una guerra contra todos es también una guerra contra uno mismo.