Por fin. Después de meses de deriva y silencio en la parcela deportiva, el Real Zaragoza ha dado un paso crucial al nombrar a Txema Indias como nuevo director deportivo. Y no es cualquier elección: hablamos de un profesional que ha estado una década al frente del CD Leganés, con dos ascensos a Primera División en su historial y una gestión reconocida por su continuidad, visión de mercado y fidelidad a los proyectos.
Diez años en un mismo club no se sostienen sin resultados ni coherencia. Y eso es justo lo que el Real Zaragoza ha echado en falta durante demasiado tiempo. Indias no solo consiguió subir al Leganés, sino también consolidarlo en la élite y convertirlo en un club modelo en cuanto a gestión deportiva. Para mí, eso pesa incluso más que los ascensos: es su resistencia al desgaste lo que le avala.
El mayor acierto de su fichaje, además de su currículum, puede estar en su capacidad para construir proyectos con identidad. En Zaragoza llevamos años comenzando de cero cada verano, improvisando plantillas sin plan ni rumbo. Txema llega para romper ese ciclo vicioso. Ahora bien, su éxito dependerá de dos factores clave: libertad de decisión y coherencia con el entrenador.
Aquí surge la incógnita de Gabi. Si Indias acepta su continuidad, debe ser porque cree que puede trabajar con él o, al menos, adaptarse al punto de partida. No es lo ideal que le impongan un técnico, pero tampoco es descabellado que se le plantee una realidad ya existente. Lo importante es que haya una visión común, y que el director deportivo tenga capacidad de maniobra real. Porque si le fichan para ejecutar un plan diseñado por otros, será más de lo mismo.
Por ahora, doy un voto de confianza. Txema Indias no viene a Zaragoza para experimentar. Sabe dónde llega, conoce la categoría y ha demostrado tener olfato de mercado, capacidad de resistencia y personalidad. Si el club le respalda como merece, podríamos estar ante la piedra angular del resurgir del zaragocismo.
La pelota ya rueda en sus despachos. Que no la pinchen desde arriba.