La mañana de este sábado en La Romareda ha sido diferente, especial. El entrenamiento a puertas abiertas del Real Zaragoza, celebrado a las 10:30, se ha convertido en una auténtica fiesta para los seguidores blanquillos, especialmente para los más pequeños, quienes han llenado las gradas con su entusiasmo y sus sueños.
Desde temprano, la afición comenzó a congregarse en el estadio, con muchas familias y niños zaragocistas ansiosos por ver a sus ídolos de cerca. Además había organizada una lluvia de balones hacia las gradas, desatando la emoción entre los asistentes. Decenas de manos alzadas y sonrisas iluminaban La Romareda, mientras los pequeños zaragocistas intentaban hacerse con uno de los preciados recuerdos.
El momento más mágico ha llegado con la visita de un Paje Real, encargado de recoger las cartas de los zaragocistas para los Reyes Magos. Los niños, emocionados, entregaban sus cartas con peticiones que iban desde juguetes hasta la esperanza de que el equipo vuelva a Primera División. Un deseo colectivo que, sin duda, estuvo presente en cada rincón del estadio.
Entre los jugadores, la conexión con la afición ha sido palpable. Pau Sans, joven promesa del equipo, ha compartido su emoción al final del entrenamiento: «Entrenar con tanta gente siempre nos hace mucha ilusión, y a los niños también les hace ilusión poder verlo». Sus palabras reflejan el espíritu de unión entre equipo y seguidores. Por su parte, Alejandro Calero también quiso agradecer la presencia de tantas familias: «Es emocionante ver a tantos niños zaragocistas en un momento complicado, donde muchos son del Barça o del Madrid». Que sigan al Real Zaragoza demuestra que el sentimiento blanquillo sigue vivo y fuerte.
Las gradas no solo se llenaron de aplausos y cánticos, sino también de historias entrañables. Un niño mostró con orgullo una bufanda que, según explicó, su madre recibió como regalo en su comunión hace 30 años. «Es una bufanda con mucha historia», comentó sonriente, simbolizando el legado y la pasión que se transmite de generación en generación.
La jornada ha sido una demostración más de la conexión inquebrantable entre el Real Zaragoza y su afición. En un momento en el que el equipo necesita todo el apoyo posible.