El Real Zaragoza lleva semanas en un discreto bache de resultados. Aunque en la clasificación se mantiene relativamente cerca del objetivo, la realidad es que la racha de las últimas jornadas (13 de 36 puntos posibles) empieza a pesar en el ánimo y, sobre todo, en la planificación. La próxima apertura del mercado invernal se antoja clave: hacen falta refuerzos de calidad, no simples parches, que den un salto de nivel a la plantilla.
Lesiones de hombres clave, bajos rendimientos inesperados y la ausencia de un goleador contundente conforman un cóctel peligroso. El técnico, Víctor, ha probado diferentes esquemas, ha rotado porteros, ha movido fichas… pero el equipo no termina de dar el salto definitivo. Faltan recursos defensivos de jerarquía, un mediocentro que aporte músculo y un jugador de banda que abra el campo.
El papel de la dirección deportiva será vital. A diferencia del verano, en el que no llegaron las piezas deseadas, ahora el tiempo apremia: la segunda vuelta promete ser una batalla por cada punto y, sin un golpe sobre la mesa en enero, el Zaragoza corre el riesgo de navegar en la mitad de la tabla sin opciones reales de ascenso. Esta “crisis silenciosa” puede resolverse si los refuerzos responden y los lesionados regresan a tope, pero la presión sobre la directiva y el cuerpo técnico es mayor que nunca.