La plantilla zaragocista, recluida en sus domicilios añora el trato diario, el roce con los compañeros, con los que se hace vida en la ciudad deportiva. Echa en falta los desayunos y comidas compartidos, los juegos y el entretenimiento coral.
Por ejemplo Guti estima que «lo más complicado es no tener contacto directo con los compañeros”, porque «por una pantalla no es lo mismo”. “Echo mucho de menos estar con ellos, reírme, mantener ese contacto y sobre todo el entrenar, estar pegándole patadas a un balón”, agrega.