Tal día como hoy, un 14 de septiembre de 2003, David Villa Sánchez, conocido mundialmente como “El Guaje”, marcaba su primer gol con la camiseta del Real Zaragoza y daba así el pistoletazo de salida a una de las trayectorias más brillantes del fútbol español. Ese tanto ante el Real Murcia en La Romareda, en partido correspondiente a la tercera jornada de Liga, fue mucho más que un simple gol: fue el primero de los 184 que acabaría anotando en LaLiga, el nacimiento de un goleador letal que dejaría una huella imborrable tanto en clubes como en la selección nacional.
Villa había llegado al Real Zaragoza en el verano de 2003 procedente del Sporting de Gijón, en una operación que apenas levantó titulares. Sin embargo, desde sus primeros minutos como blanquillo, quedó claro que estaba destinado a marcar diferencias. Su debut goleador fue un aviso de lo que vendría: inteligencia en el desmarque, velocidad en la ejecución y una capacidad innata para definir ante el portero.
Aquel curso 2003-2004 fue brillante para el asturiano, que marcó 17 goles entre todas las competiciones y fue pieza clave en el título de la Copa del Rey conquistado en Montjuic frente al Real Madrid, en una noche mágica que forma parte del imaginario colectivo zaragocista. Su dupla con Galletti, Savio o Cani maravilló al aficionado, y su carácter luchador conectó enseguida con la grada de La Romareda.
Tras dos temporadas en Zaragoza, en las que anotó 39 goles oficiales, Villa firmó por el Valencia CF y más tarde por el FC Barcelona, Atlético de Madrid, y clubes internacionales como el New York City o el Vissel Kobe. Pero para muchos, su explosión como delantero de élite comenzó en Zaragoza, donde dejó una marca indeleble.
Hoy, 22 años después de aquel primer gol, el recuerdo sigue intacto. El Guaje no solo fue un gran delantero, sino también un profesional ejemplar que nunca olvidó su paso por Zaragoza. Su carrera es ejemplo de superación, talento y humildad. Y todo comenzó aquel día de septiembre, con un disparo que no solo rompía las redes, sino que abría el camino a la leyenda.