La margaritona (Margaritifera auricularia, ahora conocida como Pseudunio auricularius) es una gran almeja de agua dulce que puede llegar a medir algo más de 15 centímetros de longitud y vivir aproximadamente 70 años. Como otras almejas de río, su ciclo reproductivo peculiar, y su conocimiento permite entender los innumerables escollos que presenta la supervivencia de esta especie y sus altas tasas de mortalidad juvenil.
Cada hembra libera a las aguas donde vive millones de larvas, conocidas como gloquidios, de tamaño minúsculo: una décima parte de un milímetro (150 micras). En menos de 24 horas estas larvas deben coincidir con un pez, que actúa como hospedador específico, y en cuyas branquias se engancha. Allí se desarrollan las larvas durante aproximadamente un mes, hasta convertirse en individuos juveniles, que poco después caen al fondo del río y comienzan a crecer ya como diminutas almejas.
Este es el proceso natural que el equipo que trabaja diariamente en el desarrollo del Plan de recuperación de la margaritona, de la empresa pública SARGA, reproduce en el Centro de cría que el Gobierno de Aragón mantiene desde 2011 en La Alfranca (Pastriz, Zaragoza). Allí se facilita en cautividad todo el proceso reproductivo de la especie, poniendo en contacto a las larvas liberadas por los ejemplares adultos de margaritona con los peces hospedadores, utilizando para ello ejemplares de esturión siberiano provenientes de piscifactoría que han demostrado ser de fácil manejo y que han dado buen resultado como hospedadores año tras año.
A las de 4-5 semanas de vida, los juveniles de Margaritifera caen de las branquias del pez y en el centro de cría se destinan a las diferentes experiencias de manejo que se testean para impulsar la conservación de la especie: un pequeño porcentaje se mantiene en el laboratorio para su “engorde” en cautividad; el resto se libera al medio natural en sitios previamente caracterizados y seleccionados del río Ebro y sus canales asociados. Adicionalmente, durante los últimos años se han destinado parte de estos juveniles a realizar pruebas experimentales en canales artificiales en otras comunidades autónomas con aguas de otros ríos para conocer si los juveniles son capaces de desarrollarse en esas condiciones.
En la presente temporada, y desde que nacieron en mayo de 2019, han sobrevivido por primera vez en el Centro de cría más de 1.600 juveniles, con un crecimiento en promedio de 9 mm, aunque algunos individuos sobrepasan ya un centímetro de longitud; todo un record para los registros obtenidos para la especie hasta ahora. En años anteriores, la supervivencia de juveniles nacidos en cautividad y que lograban alcanzar estos tamaños era solo de unos pocos centenares, aunque con el tiempo se reducía a solo decenas. Por ello, el mantenimiento de más de mil juveniles con esos tamaños es una excelente noticia de crecimiento y supervivencia para esta especie tan amenazada y longeva.
El Centro de la Alfranca es el único en el mundo que ha logrado la difícil tarea de la cría y engorde en cautividad de juveniles de esta especie, por lo que los datos obtenidos resultan esperanzadores, y son el resultado del esfuerzo de prácticamente diez años, en los que las técnicas de cultivo de ejemplares han ido mejorando paulatinamente, gracias a la experiencia adquirida y a las enseñanzas obtenidas de otros equipos que trabajan en especies próximas.
Cuando lleguen temperaturas más cálidas, los juveniles que se mantienen en la Alfranca pasarán a sistemas de cría en semicautividad, es decir, se trasladarán del laboratorio a instalaciones en el exterior para continuar su crecimiento con agua tomada directamente del río Ebro, y ya no tendrán alimentación suplementada artificialmente. Este sistema ya se ha probado con los pocos juveniles que lograron sobrevivir desde el año 2014 en adelante y hasta 2019, y ha ido dando resultados muy positivos, con un 100% de supervivencia y crecimientos importantes durante el verano. Así, los ejemplares nacidos en 2014 han crecido en promedio 6,5 mm llegando a alcanzar actualmente los 3 cm de longitud.