El Gobierno de Zaragoza ha adjudicado a la empresa Eiffage Energía las obras destinadas a mejorar la eficiencia energética de la instalación de climatización del Museo Pablo Gargallo. El contrato, que supone una inversión de 422.140,43 euros (IVA incluido) —unos 165.000 euros menos de lo inicialmente licitado—, tendrá un plazo de ejecución de cinco meses. Además, el proyecto cuenta con la autorización de la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de Zaragoza, aspecto esencial dado el valor histórico del edificio.
Esta iniciativa se enmarca dentro del Plan de Sostenibilidad en Turismo, subvencionado con fondos Next Generation, y busca dar respuesta a las necesidades actuales de climatización del museo. En la actualidad, la instalación térmica se compone de varios equipos productores ubicados en una terraza técnica de la cuarta planta, donde cada uno funciona de forma independiente sin un sistema de control centralizado. De este modo, no existe una programación común ni una regulación precisa de los horarios, lo que limita la eficiencia y el ahorro energético.
El proyecto prevé la retirada de los equipos en la cubierta y la sustitución de la bomba de calor por otra de mayor rendimiento. A su vez, se instalarán fan coils (unidades emisoras de calor y frío) en el interior de la zona del patio para reducir las pérdidas de energía en ese espacio. También se implementará un sistema BMS (Building Management System) para lograr un control integral de la climatización, coordinando el funcionamiento de todos los equipos y adaptándose a las necesidades reales de cada estancia.
Para garantizar la calidad de los espacios expositivos, se ha previsto la ejecución de un trasdosado autoportante de placas de yeso laminado que oculte los nuevos conductos y equipos de climatización. Esta intervención no supondrá cambios en las condiciones arquitectónicas originales del edificio, pues el equipo que se incorpora no elevará el nivel sonoro y, además, se ha estimado minuciosamente su ubicación para preservar los valores patrimoniales del museo.
El edificio, antes conocido como Palacio de Argillo, fue levantado entre 1659 y 1661 por iniciativa de Francisco Sanz de Cortés, quien se convirtió en el primer Marqués de Villaverde. A lo largo de su historia, la construcción ha experimentado diversas transformaciones: desde una reforma para uso nobiliario, pasando por su función como colegio en 1860, hasta su conversión en sede administrativa y talleres de la ONCE tras la Guerra Civil. El inmueble fue declarado Monumento Nacional en 1943 y adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza en 1977, para comenzar después un proceso de rehabilitación que culminó con su apertura como Museo Pablo Gargallo en 1985.
En 2007 se amplió el espacio expositivo en un 40%, y en 2009 el museo reabrió sus puertas tras nuevos trabajos de restauración. Con la actual intervención en materia de eficiencia energética, el Ayuntamiento de Zaragoza apuesta por modernizar y optimizar las instalaciones del museo, asegurando a la vez la conservación del valor histórico y cultural de este referente patrimonial de la ciudad.