El peor arranque del Real Zaragoza en Segunda División ha hecho salir de la indiferencia a buena parte de la parroquia blanquilla, conocedora de las dificultades que acarrea verse sumido en la zona baja de la tabla desde el pitido inicial de la temporada. Los hay quienes ven nubes negras en el horizonte, otros divisan de forma optimista los famosos brotes verdes.
Temprano para optar por el camino de la autodestrucción -asidua a darse en un entorno tensionado constantemente-, abogo por otorgar el beneficio de la duda a la actual plantilla, cuya cohesión todavía está en proceso, y a un equipo de trabajo que ha demostrado moverse como pez en el agua en situaciones delicadas.
¿Hay motivos para no creer en la culminación del hundimiento? Los hay, aunque a veces hay que sumergirse más allá del resultado. Podría enumerar varias razones intangibles, pero estarían impregnadas de subjetividad, así que vamos a optar por verlo a través de números.
La pasada temporada, el Real Zaragoza cosechó -alineación indebida de por medio- 7 de los primeros 9 puntos en juego. 1 de 9 es el bagaje actual. Tan cierto es eso como que lo exhibido hasta ahora no tiene nada que ver con lo mostrado por el pseudo equipo de Rubén Baraja.
El Real Zaragoza de la temporada pasada promediaba 414 pases por partido, la gran mayoría efectuados entre centrales y en terreno propio. Las intentonas blanquillas rara vez pasaban del último tercio del campo (27%) y el equipo olvidaba a menudo la apariencia del portero rival: 2 remates por partido de media, y gracias. El juego era plano, con jugadores fuera de posición y encorsetados en un 1-4-4-2 estático y hundido en su propio terreno sin efectuar presión alguna.
En contraste con el esperpento confeccionado mano a mano por Baraja y Lalo, el actual Real Zaragoza ya no vive a 50 metros de la portería rival: presiona arriba, abre el campo con laterales profundos, existe cierta movilidad entre las piezas del tablero y, en definitiva, cuenta con una propuesta más dinámica y ofensiva.
En números, el conjunto de JIM traza 381 pases de media, con mucha más presencia en campo contrario, y de los 102 ataques que intenta por partido, la mitad acaban traspasando la línea de 3/4 (50%). Pese a no haber anotado aún, la diferencia en cuanto a llegadas con tiro al arco rival es abismal: el Real Zaragoza remata 11 veces cada encuentro (2 en el inicio del pasado curso). El fútbol a veces es así de paradójico y caprichoso.
Evidenciada también una clara línea ascendente en cuanto a prestaciones desde el partido ante el Ibiza, todo hace presagiar que en cuanto el gol vuelva de vacaciones, el equipo carburará y caminará hacia la tranquilidad. Objetivo que, utopías y pomadas aparte, es el único que debe tener en mente el actual Real Zaragoza si no quiere caer en la frustración y agravar su situación.