Por primera vez en mucho tiempo, me cuesta explicar qué pretende este Real Zaragoza. No ya justificar su juego, sus errores, o su falta de resultados. Me cuesta entender el plan, si es que lo hay. Porque tras dos derrotas ante recién ascendidos, con cuatro goles encajados y uno solo marcado, lo que realmente duele no es la estadística, es la sensación de vacío. De que no hay un equipo. De que no hay una idea. Y, lo peor, de que todo lo que se nos prometió era humo.
Gabi Fernández llegó diciendo que quería un equipo compacto, rocoso, solidario, que supiera sufrir. Un Zaragoza que empezara desde atrás y creciera poco a poco. Y sin embargo, lo que hemos visto es lo contrario: una defensa adelantada con jugadores que no están preparados, un centro del campo partido, y un equipo que, a poco que le aprieten, se cae como un castillo de naipes.
No lo entiendo. Y eso es lo que más preocupa.
Entiendo las limitaciones de plantilla. Todos sabemos que falta un portero, dos centrales, un medio centro defensivo. Que hay jugadores fuera de posición. Pero si no tienes lo que necesitas, adapta tu plan. No te suicides con una defensa en línea en campo rival, cuando tu línea de cuatro es un experimento, y tus pivotes no protegen ni la sombra.
El Zaragoza de hoy no ha aprendido nada del de la semana pasada. Ni en errores individuales, ni en conceptos tácticos. Dos partidos, mismo patrón: buena primera parte, ocasiones falladas, bajón físico, gol en contra, y desconexión. Y para colmo, la expulsión de Pomares, innecesaria y previsible, termina por cerrar el partido.
Gabi, lo siento, pero esto también es tuyo. Porque si tú vendes un proyecto serio, no puedes salir a jugar a la ruleta rusa desde agosto. Porque si no sabes si vas a tener refuerzos, más razón para ser pragmático. Y porque si lo que estás intentando es que los partidos los gane el que meta más goles, sin tener defensa, ni portero, ni seguridad, estás apostando a perder.
Y luego está Txema Indias. Muchos le señalan. Yo no sé si está jugando bien sus cartas, pero lo que sí sé es que las necesidades están claras desde hace meses. Y no cubrirlas no es mala suerte, es negligencia.
Quedan jornadas, sí. Queda mercado, también. Pero esto empieza mal. Muy mal. Y lo peor es que no sabemos si va a cambiar. Porque lo que estamos viendo no es una mala racha. Es un equipo sin identidad.
Y sin identidad, no se sube. Ni se compite. Ni se emociona nadie.