El Tiro de Barra, un deporte ancestral que sobrevive hasta nuestros días  

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Carlos Cubero, Presidente Club Barraires

Como bien podemos deducir de su nombre, se trata del deporte de lanzamiento de una barra de hierro con forma troncocónica cortada a bisel en su parte más ancha, con un peso de 7,257 kg y una longitud de 81 centímetros. La herramienta debe lanzarse y caer de punta (ni de «coda» ni haciendo «esclato»), tampoco puede dar vueltas en el aire, debiendo ser un lanzamiento limpio, elegante y sin carrerilla, teniendo los pies del deportista en contacto permanente con la tabla hasta que la barra toque suelo, o de lo contrario será declarado por los jueces como tiro nulo.

Del tiro de barra se dice que es juego de pique, con desafíos entre semejantes, fiel reflejo de la idiosincrasia aragonesa, es decir nobleza en su práctica y de gran rectitud en su norma, llegando en alguna ocasión a la tozudez generada por la eterna discusión de tiro válido o nulo.

La tradición oral de la jota aragonesa recoge en diferentes coplas alusiones a nuestro barra: 

«Para ser buen aragonés, 

hay que beber vino en bota, 

tirar a la barra y cantar una jota»

«Esta es la plaza del pueblo, 

esta es la plaza y no hay otra,

donde se tira la barra y se juega a pelota»

«En la noble Zaragoza 

hubo buenos tiradores,

en la Audiencia puedes ver 

el estilo de dos hombres.»

El juego de la barra disfrutaba de gran raigambre en Aragón pero también siglos atrás en la mayor parte de España y del sur de Francia y al igual que el resto de deportes autóctonos como son el tiro de bola, la pelota mano y las diferentes modalidades bolisticas sufrieron gran retroceso con el cambio socio cultural que trajo la revolución industrial y en consecuencia, el éxodo hacia las grandes urbes donde ya imperaban deportes extranjeros como el «foot-ball», el «basket-ball» o el «tennis»,… desplazando los nuestros al ámbito rural, casi idealizados en un bodegón costumbrista de tiempos pasados donde hacer alarde de fuerza era garantía de buen desempeño de las exigentes faenas agrícolas.

Ya en el siglo XIX y ante el grave riesgo de desaparición, algunas personas como Valeriano Bécquer ilustrarán y darán voz de alarma a la tragedia que supondría la pérdida de este patrimonio lúdico que conforma nuestra identidad colectiva y que según él, son herencia de los entrenamientos de los aguerridos almogávares aragoneses que tantas gestas heroicas les afamaron por el Mediterráneo, igualando la destreza y exigencia atlética de la barra con el lanzamiento de disco, de peso y jabalina de los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia.
Nuestro deporte autóctono gozó de gran importancia social, por ello lo encontramos en diferentes obras literarias de su época como son La Celestina o El Quijote de Cervantes donde el deportista total es Basilio. «El desdichado primer novio de Quiteria el más ágil mancebo que conocemos, gran tirador de barra, luchador estremado y gran jugador de pelota; corre como un gamo, salta más que una cabra y birla a los bolos como por encantamiento», capítulo XX de la segunda parte. 

El político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos consideró al tiro de barra como una actividad de interés general, frecuente y prestigiosa en la España del siglo XVII. Cristóbal Méndez en «el libro del exercicio y sus provechos» del año 1552 recomendaba el tiro de barra como un ejercicio que fortalecía todo el cuerpo y generaba salud, algo que reafirmará el doctor Verdes Montenegro Páramo en sus ilustradas explicaciones contra los malos hábitos que acuciaban la tuberculosis y que en el caso de su práctica, los prevenía. 

Existieron personajes históricos que también destacaron lanzando la barra quedando plasmado en sus biografías. Diego García de Paredes conocido popularmente como el «Sansón» de Extremadura fue un militar español célebre por su extraordinaria fuerza física y sus múltiples hazañas, combatió como capitán de la infantería en las guerras de Italia, norte de Africa y en Navarra. En el estamento clerical destacó el beatificado José de Calasanz creador de Escolapios, el mosén Bruno Fierro, un pintoresco párroco del Pirineo aragonés o Fray Julián de Capanazas. Santiago Ramón y Cajal premio Nobel y en medicina y pionero del culturismo narró un episodio de su juventud cuando para demostrar su hombría en algunos pueblos en los que su padre fue cirujano-practicante tuvo que aceptar desafíos de tiro de barra y alzada de talega con los lugareños, pero la cosa no queda ahí llegando esta práctica deportiva hasta el más alto estatus de la pirámide social con el rey Felipe el Hermoso, que según sus crónicas fue un gran enamorado de la pelota mano y la barra.

Nuestro deporte vernáculo quedó reducido a concursos celebrados en fiestas patronales, como una exaltación popular y local, sin embargo, es en Aragón donde se practica con mayor regularidad y donde sobrevive mejor gracias a su protección en el Estatuto de Autonomía y la ley del deporte que la desarrolla, además de contar con una federación de deportes tradicionales que la regula con un reglamento, jueces, calendario deportivo y lo mejor, con diez clubes que compiten por determinar un mejor tirador en las respectivas categorías. También la vecina provincia de Cuenca conserva con cierta viveza su deporte, la barra castellana que salvo pequeñas diferencias se asemeja bastante a la barra aragonesa, de hecho no resulta extraño que deportistas de una y otra comunidad se desplacen para competir por algún trofeo.

En el País Vasco y Navarra, también se ha practicó pero permitiéndose la carrerilla y con un peso de 3,5 kilos, denominándose allí «palanka» (voz que casi coincidente con el palancón salmantino). La pena de la barra vasca es que prácticamente ha sido borrada de los certámenes «herri kirolak» viviendo su máximo esplendor y renombre internacional con Miguel de la Quadra Salcedo quien utilizó su técnica, aprendida de Erausquin e Igualarán, para aplicarla al lanzamiento de jabalina, batiendo récord mundial con 112 metros con el bautizado como «estilo español» y que tantas controversias trajo al comité olímpico internacional por su invalidación.
Es a principios del siglo XX cuando se deportivizó el tiro de barra pero coexistiendo tres modalidades, la castellana, la aragonesa y la vasca, está última será la elegida por la federación española de atletismo para incluirla en sus pruebas siendo el aragonés Manuel Clavero quien ostenta su récord, desgraciadamente su práctica quedó totalmente en desuso por dejadez institucional pero también por el riesgo que entrañaba para los espectadores al ser un lanzamiento muy largo y con carrerilla, al contrario del resto de modalidades, estáticas y con barras mucho más pesadas. 

En el caso de la barra aragonesa su deportivizacion se desarrollará en los años 30 y 40 del siglo XX a cargo de Coderque y de la mano del histórico tirador Manuel Bazán, quienes la stadarizaran en 7,257 kilos dotándole de un reglamento y una sociedad «amigos de la barra» que junto con la federación aragonesa de atletismo velarán por su protección, garantizando unos concursos ya plenamente deportivos. 

Durante la «Transición Democrática» y auge del autonomismo, el sentimiento regionalista aragonés fue acicate para recuperar la notoriedad que la barra tuvo en el pasado elevando el deporte tradicional aragonés hasta lo más alto, llenando en 1983 la plaza de toros de Zaragoza con los atletas Pascual Banzo, Felix Serrano y Fernando Maesto pero no será hasta comienzos del siglo XXI cuando Antonio Morón se corone recordman de la barra con 19,40 metros, una distancia inalcanzable para el resto de mortales.

Actualmente en las pasadas fiestas del Pilar 2023 Vanesa Gil Resanó del Club Al-Marya quedó vencedora de la categoría senior femenina con 13,21 metros, José Armando Gomez quedó campeón de segunda categoría y ascenso directo a primera con 15,05m.
mientras Gabriel el Pardos se proclamó campeón de senior primera masculina tras una espectacular temporada donde prácticamente quedó invicto, alcanzado el 17 de noviembre en Daroca su mejor lanzamiento con 17,57 metros, estos dos últimos deportistas miembros del

Club Barraires, equipo que yo mismo presido y que especialmente me enorgullece por disponer de una cantera escolar que a priori garantizará el futuro de nuestra modalidad de lanzamiento.