El Servicio de Atención a Domicilio que prestan las comarcas y entidades locales de Aragón, y que atiende a la población general y a personas en situación de dependencia a través de una encomienda de gestión con el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), se ha reestructurado por completo desde que se decretó el Estado de Alarma para atender las nuevas necesidades de una población que, al verse confinada, no requiere el servicio tradicional en algunos casos o demanda nuevas atenciones, en otros. “Lo que están haciendo -explica Jorge Sánchez, jefe de Sección de Coordinación Funcional del IASS- es reorientar las atenciones en función de las necesidades más imperiosas”. En estos momentos, y sin contar con los datos del Ayuntamiento de Zaragoza, más de 3.500 personas se siguen beneficiando de esta prestación en la Comunidad Autónoma.
Las características del confinamiento han provocado “que algunos usuarios habituales hayan rechazado temporalmente esta ayuda porque se han ido a vivir con familiares, mientras que otros están completamente solos y ahora requieren más atención; además, han surgido nuevos usuarios como consecuencia de la excepcional situación que estamos viviendo. Lo que están haciendo las entidades locales es hacer llegar a todos ellos y cubrir todas sus necesidades”, detalla Sánchez. Además de los servicios personalizados, cada día se atienden 1.150 llamadas telefónicas y se sirven medio millar de comidas. Las entidades locales siguen contando con el presupuesto del Fondo Social Comarcal y el apoyo financiero del IASS para programas específicos.
Un ejemplo de esta reorganización es la comarca de las Cinco Villas, donde, si bien muchos usuarios se dieron de baja temporalmente ante la nueva situación, las atenciones se han multiplicado en la práctica y las necesidades detectadas entre la población han obligado a poner nuevos programas en marcha. “Enseguida vimos la necesidad de apoyar a las personas mayores y a los colectivos vulnerables y el día 16 de marzo lanzamos ya el primer plan de emergencia para llegar a todos los hogares, hacer la compra, proveerles de medicamentos, servir comidas y prestar atención psicosocial”, explica Elisa Causín, directora del centro comarcal de Servicios Sociales. En su caso, la reorganización ha supuesto seguir atendiendo a 260 personas que ya disfrutaban del servicio e incorporar 254 atenciones más, lo que les ha obligado a ampliar sus horarios.
Los servicios sociales, allí donde nadie llega
“Una de las cuestiones más importantes –detalla Elisa Causín- es que buscamos soluciones en cuanto surgen los problemas. Nos encontramos con personas que están muy aisladas en núcleos muy pequeños donde ya no llega la venta ambulante, y ahí estamos nosotros también”. Una labor intensa y “muy gratificante”. “Hay personas que nos han dado las gracias llorando porque les llevábamos el medicamento a casa, nos dan la lista de la compra y vamos al supermercado y, a final de mes, estamos adelantando el dinero porque a las personas mayores se les ha ido terminando, no van al banco y, por lo tanto, no tienen efectivo, así que hemos llegado a un acuerdo con el supermercado para poder ir funcionando”, relata la directora del Centro Comarcal de Servicios Sociales de las Cinco Villas. En el día a día se encuentran con situaciones inesperadas, como la de una señora de 90 años a la que tuvieron que llevar una nevera, porque no tenía y, por lo tanto, no podía aprovisionarse de alimentos frescos para varios días.
En este centro en concreto se han puesto en marcha varias iniciativas, como un servicio de atención psicológica telefónica, con 15 profesionales voluntarias; han habilitado un teléfono de urgencias 24 horas y están poniendo en marcha un proyecto de apoyo a la población migrante. Canalizan también la solidaridad de las mujeres de la comarca que están confeccionando mascarillas y han creado una bolsa de empleo urgente para atender las necesidades de la comarca.
Una situación que se repite en la Ribagorza. Aquí, la previsión les permitió planificar el trabajo y, casi una semana antes de que se decretara el Estado de Alerta, ya habían contemplado varios escenarios. “De hecho –explica María José Gil, directora del centro de Servicios Sociales de la Ribagorza- dejamos incluso a siete auxiliares en sus domicilios para prever que otras profesionales pudieran estar de baja y cubrirlas cuando fuera necesario con un objetivo: no dejar de atender a nadie que requiera ayuda”.
Llevar a los mayores al centro de salud
Al igual que en las Cinco Villas, aquí muchos usuarios se dieron de baja temporalmente y otras personas están precisando el servicio por primera vez. “Hacemos la compra, llevamos comida preparada, recogemos los medicamentos en la farmacia y, si es necesario, llevamos al centro de salud a los mayores que requieren sintrón u otro tratamiento y, sin bajar del coche, les atiende el facultativo”. Para conseguir todo esto, existe un perfecto engranaje con el centro de salud, las residencias de la comarca y todos los efectivos que prestan servicio en la zona. “También pusimos a nuestros profesionales a disposición de las residencias y tenemos muy claro desde el principio que tendríamos que atender en domicilios a pacientes con positivo o con síntomas”, cuenta María José, que detalla que han extremado al máximo la precaución. En resumen, “un nivel de implicación total porque –recuerda esta responsable de los servicios sociales de la Ribargoza- para muchos de nosotros las personas a las que atendemos son como de nuestra familia y viceversa”.