El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, y la concejala delegada de Deportes, Cristina García, han visitado hoy las obras de construcción de los nuevos vestuarios del Campo Municipal de Fútbol César Láinez, en el barrio de Santa Isabel. Una inversión municipal que asciende a 423.438,51 euros para dotar a este equipamiento de un nuevo edificio de vestuarios moderno, funcional y de calidad.
La obra, que se inició en el mes de febrero y estará finalizada en julio, ha sido promovida por el Ayuntamiento a través de la sociedad Zaragoza Deporte, el Servicio de Instalaciones Deportivas y el Servicio de Conservación de Arquitectura. De la ejecución del contrato se hace cargo la empresa CEVIAM EPC, S.L. bajo la dirección facultativa de Moreno, Serrano y Moreno Arquitectos SCP.
Jorge Azcón ha señalado la importancia de que «la actividad continúe en la ciudad» con obras como esta. «Si hay unas instalaciones municipales que son usadas masivamente por los zaragozanos son los campos de fútbol. Por eso, todo el dinero que se invierte en ellos es un dinero al que se le saca la máxima rentabilidad, no solamente durante los fines de semana con los partidos de fútbol sino durante toda la semana con los entrenamientos».
El nuevo edificio constará de seis módulos de vestuarios para los diferentes equipos, para los entrenamientos y partidos de competición, y otras dos estancias para árbitros. El equipamiento se ha diseñado con un sistema constructivo industrializado gracias al cual se ha acelerado el montaje de la estructura, pilares, forjados y las fachadas.
El alcalde ha destacado las ventajas de este modelo, «que va a funcionar perfectamente en Santa Isabel y que es necesario extender a otros campos de fútbol de la ciudad, porque genera un confort para los usuarios todavía mayor que la arquitectura tradicional». «Esta obra se ha hecho previamente en un taller y aquí se monta. Se ahorran costes, dinero y residuos, y tiene muchas más ventajas que las obras tradicionales», ha explicado.
La arquitectura industrializada permite acortar los plazos de construcción, limitar los riesgos de seguridad para los trabajadores, reducir de modo importante los residuos generados y garantiza unos estándares de calidad más elevados que la obra convencional.