Un rugido constante. Eso se ha vivido en el estadio de La Romareda en el choque frente a la Sociedad Deportiva Huesca. Más de 25.000 personas animaron al Real Zaragoza ya desde antes del encuentro, respirándose un increíble ambiente de zaragocismo en los aledaños del feudo blanquillo y llevando en volandas al autobús del equipo en la llegada al campo.
Ya en las gradas, himno a capella, nombres coreados, cánticos de apoyo… Un aliento incansable que, desde el pitido inicial, impulsó a los futbolistas dirigidos por Juan Ignacio Martínez en la búsqueda del gol. Cada acción disputada y cada ocasión local era respondida por una grada que defendió a los suyos en todo momento.
Un ambiente especial que de nuevo reflejó la pasión y la lealtad de los aficionados de un Real Zaragoza que intentó brindarles el triunfo hasta el último segundo del partido. Una afición que no paró de animar, más aún cuando Álvaro Giménez se topó con el poste en el lanzamiento desde el punto de penalti. Una unidad y un amor por unos colores que rugieron, una vez más, en el estadio de La Romareda.