En un significativo paso hacia la consolidación de Aragón como una comunidad atractiva para la inversión y el desarrollo empresarial, se dio inicio al proceso de derribo de lo que fuera la residencia de alumnas de la Universidad Laboral. Este edificio, uno de los últimos vestigios de un centro educativo que formó a miles de aragoneses entre 1967 y 1997, está siendo demolido para dar paso a un proyecto que se espera genere riqueza y unos 1500 nuevos puestos de trabajo en Aragón.
El consejero de Fomento, Vivienda, Movilidad y Logística del Gobierno de Aragón, Octavio López, señaló que este derribo representa un hito importante en el esfuerzo por revitalizar un espacio que había caído en desuso y que se prepara para albergar proyectos de gran relevancia. «Hoy damos un paso más para consolidar a Aragón como una región proclive a la atracción de actividad empresarial generadora de riqueza y puestos de trabajo», expresó López en su intervención.
La transformación de este terreno en un centro inmobiliario logístico se ha convertido en una realidad tras diez meses de tramitación que culminaron con la aprobación definitiva del Plan de Interés General de Aragón Malpica-Santa Isabel-Universidad Laboral en marzo de 2023. El proyecto, a cargo de la promotora Montepino, implicará la construcción de cinco naves logísticas en una parcela de 372.790 metros cuadrados, con una inversión estimada de 300 millones de euros. Se espera que, cuando esté en pleno funcionamiento, genere entre 1,500 y 2,000 empleos directos, proporcionando al Gobierno de Aragón ingresos significativos.
El derribo de la residencia de alumnas, el último gran edificio que queda en pie del antiguo complejo educativo, se prevé que requiera aproximadamente seis semanas de trabajo intensivo, en las cuales se demolerán unos 70,000 metros cúbicos de material. Tras esto, se destinarán otras seis semanas para la clasificación de los residuos con miras a su reutilización o traslado a un centro de gestión autorizado. El objetivo principal es preparar la superficie para futuras edificaciones.
El director del proyecto de ejecución, Jaime Molina, destacó la importancia de llevar a cabo la demolición de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Se espera aprovechar la mayor parte del material, lo que permitirá que los residuos sean utilizados en la explanada de 400,000 metros cuadrados donde se construirán las futuras naves. Este enfoque no solo contribuirá al desarrollo económico de la región sino que también garantizará la seguridad de los trabajadores involucrados en el proceso de derribo.
