El pasado 16 de diciembre, Pascual Gregorio, presidente del Atlético Escalerillas, presentaba su dimisión por motivos de salud, en una carta que hacía pública en la página web del club, después de trabajar desinteresadamente más de 20 años por la infancia y la juventud del barrio de Oliver. “Me ha costado mucho tomar esta decisión, pero el club queda en muy buenas manos y de gente honrada, que es fundamental”. En la actualidad, Antonio Hermosel, será el nuevo presidente del club, hasta la nueva asamblea de socios.
Pascual recuerda sus primeros años como vocal y lo que era el campo del Parque Oliver y lo que es ahora. “Estoy orgulloso de lo que hemos conseguido en el club durante todos estos años en cuanto a la mejora de las instalaciones”.
Aunque se retira del cargo, comenta que “seguiré bajando” y asegura que “seré un miembro más de la familia del Escalerillas, pero desde la barrera”. El crecimiento de este club en el plano deportivo fue enorme hace unos años, llegando a estar en Tercera División y Liga Nacional. “Estábamos gente muy implicada, tirando del carro y varios espónsor detrás. Ojalá se vuelva a participar otra vez en estas categorías”.
Pascual se queda con lo que era un club de fútbol de los de antes. “Mas que un club éramos una familia, con mucho más roce entre todos. Ahora le falta ese puntito de entonces, ya que está más profesionalizado todo”.
En más de dos décadas al frente del club se queda con el trabajo y el reconocimiento de todas las personas que han trabajado por el crecimiento del Escalerillas, pero Pascual quiere recordar especialmente a tres personas, a dos directivos fallecidos recientemente: Antonio Lanuza y Luis Palacios. “Directivos que están en la sombra trabajando y que hacen grandes a los clubes y que han dejado un gran vacío”. Igualmente, no quiere dejar de lado a Luis Marco, un directivo que ha sido partícipe de este salto que ha dado el club durante muchos años, trabajando codo a codo con Pascual. “Nos llevamos muy bien, que es una de las claves de este fútbol modesto, llevarse bien entre la junta directiva”, apunta.
Una de las anécdotas de este presidente y que demuestra su amor por este club y por el futbol modesto, es que su hijo llegó a jugar siete u ocho temporadas en el Actur Pablo Iglesias. “No se llevaba bien con el entrenador y se quiso marchar, y tengo claro que yo no echo a ningún entrenador por mi hijo”. Pascual quiere agradecer a su familia el tiempo que no les ha dedicado todos estos años y en especial a su mujer. “A mi mujer hay que hacerle un monumento, igual que a las de todos los directivos de Aragón”.
En el fútbol base cuando se habla de “hacer guardia” nadie diría que es volver a los tiempos del servicio militar, sino que es abrir el campo y cerrarlo cuando acaben los partidos, durante el sábado y el domingo por parte de un directivo. El trabajo de estas personas no está pagado más que con el agradecimiento de la gente del fútbol y de su barrio.