La central térmica de Andorra ha cerrado definitivamente sus puertas tras agotar el carbón almacenado.
Han sido 40 años en los que la central ha llegado a ser el principal referente económico en términos de PIB de la provincia de Teruel.
El proceso de descarbonización de la economía condenó a esta central eléctrica al cierre, y la decisión, principalmente política, no ha llegado con la necesaria «transición energética justa» que reclamaban las cuencas mineras.
En estos momentos se abre un futuro incierto para miles de familias que de una forma directa o indirecta vivían de la térmica. Los proyectos para sustituirla en lo que a puestos de trabajo se refiere no terminan de arrancar, y la actual situación económica no augura precisamente una salida fácil.
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