El edificio municipal del Seminario en Zaragoza acoge desde mañana miércoles la exposición “Ángel Sanz Briz. Una historia de vida, una línea de tiempo, un homenaje”, en honor al diplomático aragonés. La muestra está organizada por la Unidad Técnica de Difusión Socio Cultural de Cementerios del Servicio de Información y Atención al Ciudadano del Área de Urbanismo y Equipamientos del Ayuntamiento de Zaragoza, con el asesoramiento del profesor de la Universidad de Zaragoza, Miguel Ángel Pallarés.
Con esta exposción se pretende seguir poniendo en valor la vida de este diplomático aragonés, cuyos restos descansan en el cementerio de Torrero desde 1980. La apertura se producirá mañana miércoles, 27 de enero, coincidiendo con la jornada que la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005 determinó como Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, fecha del aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz.
La exposición, que se quedará en dependencias del Seminario durante un año, recoge a través de paneles explicativos la vida del aragonés Ángel Sanz Briz, también denominado “el Ángel de Budapest”. Sanz Briz consiguió salvar la vida de unos 5.000 judíos húngaros proporcionándoles pasaportes españoles durante la II Guerra Mundial. Su apodo le vino dado por su labor humanitaria en la capital húngara en 1944, cuando desde la delegación de España, como Encargado de Negocios, logró poner a salvo a miles de judíos que iban a ser deportados a los campos de concentración nazis, tras la ocupación de Hungría por los alemanes y con el apoyo de los fascistas magiares.
Ángel Sanz Briz hizo valer un antiguo decreto ya fuera de uso, que reconocía la nacionalidad española de los sefardíes (los judíos que tuvieron que salir de la Península Ibérica tras la expulsión de 1492), para dar protección a familias de dicha religión. Un recurso diplomático, que pasaba por multiplicar los pasaportes autorizados, el apoyo decidido de los funcionarios de su oficina, la propia iniciativa para activar casas protegidas bajo la bandera de España, en una ciudad de Budapest cada vez más asediada por el ejército soviético, y el valor para esconder a personas, incluso en las propias dependencias de la delegación, hicieron que pudiera evitar la deportación de un nutrido número de judíos húngaros. Su acción no pasó desapercibida por Israel, que ya en 1966 lo reconoció a través de Yad Vashem, la institución que honra en ese Estado a las víctimas del Holocausto, como uno de los primeros “Justos de las Naciones”, el título que honra a los gentiles que ayudaron a los judíos perjudicados por las violentas medidas antisemitas de los nazis y de otros gobiernos afines.
Pero no solo su labor humanitaria es recordada en la exposición, ya que la muestra supone un recorrido por su vida, desde su infancia zaragozana hasta los homenajes que se le realizaron el año pasado en el cuarenta aniversario de su fallecimiento. Sanz Briz fue un activo embajador de España que representó a nuestro país en numerosos países, por ejemplo como cónsul en Estados Unidos, coincidiendo con la crisis de los misiles de Cuba en 1962, o siendo el primer embajador en la República Popular de China en 1973; de esta manera, su brillante carrera diplomática fue jalonada por numerosos nombramientos y reconocimientos, como la Gran Cruz de Carlos III.
Su figura también ha sido destacada por historiadores e investigadores, que han valorado su labor humanitaria en la capital húngara y su recorrido profesional: así como el cine, los documentales y la literatura también han hecho eco de la bonhomía del “Ángel de Budapest”. Además, el estudio de su acción desde el punto de vista pedagógico aporta en las aulas valores y empatía a la hora de tratar un tema tan controvertido, como se puso de relieve en el simposio “Enseñar el Holocausto”, celebrado en Zaragoza el pasado mes de octubre coincidiendo con el cuarenta aniversario del fallecimiento de Ángel Sanz Briz.