Era un partido exigente, ante el equipo más en forma de la categoría, que llegaba a La Romareda con cinco victorias consecutivas y con aspiraciones de engancharse al ascenso directo. Y la afición del Real Zaragoza, como siempre, respondió. 18.161 aficionados se dieron cita en el municipal para presenciar como su equipo tumbaba al conjunto catalán y sumaba tres puntos ofreciendo un gran juego.
Desde el minuto uno, los seguidores blanquillos estuvieron con sus jugadores, siendo conscientes de la dificultad del duelo y entendiendo a la perfección lo que pedía un encuentro de estas características. Porque ayer, la afición contribuyó enormemente al triunfo, defendiendo como un futbolista más y lanzando las contras con sus rugidos. Unos rugidos que se escucharon en toda la capital aragonesa con el zarpazo de Borja Sainz.
En el tiempo añadido, la presión ejercida por las gradas del feudo blanquillo dio al equipo ese último aliento, ese empujón que les permitió sacar fuerza de sus corazones. Una unión entre aficionado y equipo que fue de nuevo determinante para que el Real Zaragoza lograse una victoria y demostrase que, como su afición, nunca se rinde.