Casademont Zaragoza vuelve a la senda de la victoria en un sufrido partido ante Basket Girona (81-74)

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Tarde de Reyes feliz en el pabellón Príncipe Felipe. El conjunto de Fisac consiguió la octava victoria de la temporada en el enésimo ejemplo de superación. El triunfo no fue precisamente un regalo. Hubo que sudarlo y sufrirlo de lo lindo.

Había prometido Fisac que el grado de compromiso y RASMIA del equipo estaba garantizado. Y, desde el inicio, quedó demostrado. La actividad defensiva estaba a la altura de las mejores tardes de basket, las ayudas eran una constante, el rebote se cerraba con seguridad y en ataque, no parecía que se hubiera estado entrenando fuera toda la semana. El grado de acierto daba las primeras ventajas al Casademont (23-13).

En el segundo cuarto, los de Fisac siguieron trabajando para ampliar las diferencias. Mediado el cuarto disfrutaron de un 38-23 y un buen puñado de posesiones para irse al descanso con una ventaja suficiente como para mirar con optimismo el segundo tiempo. Sin embargo, hubo una jugada que enfrió el partido. Andronikashvili, a los dos minutos de su debut, era objeto de una acción que acababa en su lesión, pero sin castigo por parte arbitral. Acción que aprovechó Girona para cerrar el parcial con una falta de Yusta que, ésta vez sí, fue señalada por el trío arbitral para mosqueo de la Marea Roja. Además, a los locales les faltó un punto de instinto ‘asesino’ para tratar de matar el partido antes de hora. Los 9 de ventaja al descanso (38-29) sabían a poco.

La tónica siguió parecida en el tercer periodo. Casademont conseguía mantener a raya a Girona, haciendo méritos para lograr una renta más cómoda pero sin conseguir dar el estirón definitivo. A 3 minutos para acabar el cuarto, Camps pedía tiempo muerto para meterse en la pelea de cara al último acto (54-43). Por si fueran pocos los problemas en la dirección, con Bell-Haynes agotado, Langarita se torcía un tobillo. McFadden de base para acabar el cuarto con un 60-47, una técnica al banquillo y diez minutos por delante para saber sufrir.

A Casademont se le ponen todas las dificultades posibles. Sólo así se explica que el partido no se resolviera hasta el último minuto. Una victoria de oficia, de sufrimiento, de compromiso. Un partido para ser conscientes de las tremendas dificultades que afronta este equipo. Cada encuentro acaba siendo una batalla que exigen un esfuerzo titánico para poder darle una nueva victoria a la Marea Roja.