Fernando López, símbolo de una gestión indigna

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Foto: Real Zaragoza en X.

En el Real Zaragoza hemos tenido directores generales de todos los colores. Pero Fernando López se ha ganado a pulso ser recordado como el más desconectado de la realidad del club. Aterrizó con un chaleco de obra reflectante y una sonrisa de marketing, y está dejando al equipo colista, al zaragocismo dividido y una sensación de tomadura de pelo que escuece.

Las declaraciones de López son, por momentos, grotescas. “Tenemos mala puntería”, decía hace apenas días. Ayer aseguraba que “el club no merece estar donde está”. ¿En qué mundo vive este señor? ¿Cómo puede hablar de merecimientos cuando el equipo lleva una victoria en nueve jornadas y se convierte en el peor conjunto del campeonato? ¿Cómo se atreve a negar los vínculos con el Atlético de Madrid cuando hasta la inteligencia artificial es capaz de rastrear sociedades y conexiones que lo demuestran con claridad?

Fernando López ha mentido, ha improvisado y ha ridiculizado al zaragocismo. Anunció a Emilio Larraz como técnico horas después de haber negado que fuera una opción. No tuvo el valor de presentar al nuevo entrenador. Y, sobre todo, no ha dado una sola señal de liderazgo ni de amor por este club.

Su gestión del cambio de entrenador ha sido una broma de mal gusto. Tardaron una semana en echar a Gabi sin tener sustituto. Negaron todas las opciones hasta que no quedó más remedio que tirar del filial. Pero lo más ofensivo no es la torpeza, sino la soberbia con la que se dirige al aficionado.

Este club no puede permitirse ni un día más bajo su gestión. El daño está hecho, pero aún estamos a tiempo de evitar algo peor. La directiva debe reaccionar. Y si Fernando López no se va, será el zaragocismo quien lo eche, como ya ha echado a tantos otros que creyeron que podían burlarse de esta afición. Porque el Real Zaragoza no es suyo. Es nuestro.