En los últimos años, asistimos a la proliferación del consumo ecológico. Introducir productos cultivados de esta forma en nuestra alimentación favorece el cuidado de nuestra salud y, también, del medioambiente. Pero si te dijéramos que, además, es una forma de contribuir al autoconsumo, ¿te lo crees?
Ahora, los alimentos ecológicos están al alcance de nuestras manos en diferentes puntos, especialmente en el pequeño comercio o de proximidad. No obstante, atentos, porque es posible tenerlo incluso más cerca de nuestros hogares. ¿Que cómo? Te invitamos a seguir leyendo.
¿Has imaginado poder formar parte del proceso de cultivar tus propias verduras, frutas u hortalizas? Desde la plantación hasta la recolección. Es posible. Para conseguirlo, sólo tienes que atreverte: ¡Monta un huerto doméstico! Que haya cultivos que estén reñidos con el clima de tu ciudad ya no es una excusa. Un invernadero sin salir de casa, en tu jardín o terraza es la opción perfecta para ti. Aquí te contamos cómo puedes hacerlo.
Hablamos de estructuras cerradas. Por eso, son la alternativa adecuada para la producción, por ejemplo, de tomates o zanahorias. Cualquiera vale, aunque teniendo en cuenta una serie de condiciones que detallaremos más adelante. Lo importante es que, dada esta primera realidad, aísla nuestros productos de las condiciones climatológicas: evitamos los cambios de temperatura y humedad. Conseguimos así un microclima en el que poder sembrar sin esperar a la temporada habitual de plantación. Esas son algunas de las ventajas. Te contamos ahora qué es lo importante.
Desde luego, el primer paso es adquirir e instalar tu invernadero. Puedes comprarlo o construirlo, incluso, a base de materiales reciclados –una opción más agradecida para el bolsillo de cualquiera y más respetuosa con el planeta-, como botellas de plástico.
Una vez la estructura esté de pie y sea –casi- una realidad, necesitaremos tener claras unas cuantas nociones. No te preocupes, te vamos a ayudar.
La humedad es un parámetro que debemos tener en cuenta, tanto o más que la temperatura. Como sabes, se trata de la cantidad de agua que contiene el aire en relación con la máxima que sería capaz de contener a la misma temperatura. Es importante que tengas en cuenta que humedad y temperatura se relacionan de forma inversa. Cuanto más sube la temperatura, más aumenta la capacidad de retener vapor de agua y disminuye la humedad relativa. En el caso de temperaturas más bajas, sucede exactamente lo contrario: la humedad relativa aumenta. ¿Parece complicado, verdad? Nada más lejos.
Existe algo que te allanará el camino. Contar con herramientas adecuadas como los medidores de humedad y los sensores de temperatura. Con ellos, podrás mantener las estas medidas en el punto óptimo que garantice el correcto desarrollo de tu cosecha.
Lo cierto es que los diferentes cultivos presentan necesidades distintas. En lo que a nuestro tema se refiere, cada especie tiene una humedad ambiental idónea para vegetar en las mejores condiciones. Por ejemplo, hortalizas como el tomate, la berenjena o el pimiento requieren una humedad relativa que oscile entre el 50 y el 60%. En el caso del calabacín, ésta asciende hasta el 65 y el 80%. Algo superior es también para el pepino -70-90%-. Por su parte, frutas como el melón necesitarían una humedad relativa óptima de entre el 60 y el 70%.
Respecto a las temperaturas, es importante diferir entre tipos de cultivos. Así, los tropicales deberán protegerse de temperaturas inferiores a los 10º. Si hablamos de productos mediterráneos, una temperatura entre 3º y 5º será ideal. Pero como te avanzábamos, los sensores de temperatura te ayudarán en esta labor.
Nosotros ya te hemos dado las primeras pautas para poner en marcha tu huerto ecológico, tu invernadero sin salir de casa. ¿A qué esperas para empezar? La alimentación ecológica y sostenible está ahora, más que nunca, cerca de ti. En tu propio hogar. Es un regalo para la salud y para el medioambiente. ¡No puede ser mejor!