La dieta del ciervo almizclero de hace 12 millones de años aclara por qué los dos grupos de primates que vivieron durante el Mioceno lo hicieron de forma separada. En el estudio se ha analizado el desgaste dental y los isótopos de cerca de 50 restos dentales del ciervo almizclero Micromeryx para reconstuir el hábitat y clima local.Los resultados revelan que los dos grupos de primates de la época, hominoideos y pliopitecoideos, no aparecen juntos en los mismos yacimientos porque vivían en distintos ecosistemas,uno más boscoso, y el otro menos húmedo, poniendo fin a una de las grandes controversias que había en el estudio de los primates miocenos. El trabajo de investigación, publicado por la revista internacional BMC Biology,ha sido liderado por Daniel DeMiguel, investigador ARAID en la Universidad de Zaragoza y Profesor Asociado en el Departamento de Ciencias de la Tierra, e investigador asociado al IUCA y al Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP). Aunque actualmente en la Península Ibérica los únicos primates en libertad somos los humanos y los anecdóticos macacos de Berbería de Gibraltar, durante el Mioceno la situación era totalmente distinta, como atestigua el registro fósil. En Cataluña se han identificado al menos cinco especies de primates que habitaban los bosques de este territorio hace unos 12 millones de años. Los dos grupos principales fueron los hominoideos (representados actualmente por gorilas, chimpancés, orangutanes, humanos, así como por gibones y siamangs, de menor tamaño) y los pliopitecoideos (sin representantes actuales).
Estos grupos salieron de África entre 18 y 16 millones de años y se diversificaron por Asia y Europa dando lugar a distintos géneros y numerosas especies durante todo el Mioceno. A pesar de esta gran diversidad, lo curioso es que a excepción de dos localidades (una en Cataluña y otra en Hungría), nunca se han encontrado fósiles de hominoideos y de pliopitecoideos en el mismo yacimiento. “Hace décadas que los paleontólogos nos preguntábamos por qué era tan poco habitual la coexistencia de estos dos grupos durante el Mioceno en Europa, existiendo un gran debate sobre el tema”, comenta Daniel DeMiguel.
Una hipótesis para explicar esto era, simplemente, una cuestión de muestreo; es decir, que no se había excavado lo suficiente como para encontrar ambos grupos. La otra hipótesis, más interesante aunque compleja, era que estos dos grupos de primates no vivían en los mismos ecosistemas o, por lo menos, no al mismo tiempo. Para dar respuesta a esta cuestión, el equipo investigador ha recurrido a una especie alejada filogenéticamente de los primates pero muy habitual en los yacimientos fósiles: Micromeryx, uno de los ciervos almizcleros del Mioceno.
El trabajo se centra en la reconstrucción de la dieta de este rumiante a lo lago el tiempo a partir del desgaste de sus dientes y de la composición isotópica de su esmalte dental. La dieta de los herbívoros está estrechamente relacionada con el ambiente en el que viven y lo que comen deja un rastro en sus dientes. “Podemos saber lo que comió un animal estudiando las marcas que dejan en los dientes las plantas y también analizando la composición del isótopo del carbono y del oxígeno en el momento en el que los dientes se forma”, explica DeMiguel.
Lo más interesante del estudio es que el hecho de saber lo que comían los rumiantes permite reconstruir el hábitat y clima local y, al mismo tiempo, conocer por primera vez los ecosistemas en el que vivieron los primates asociados a ellos. A partir de los datos obtenidos de Micromeryx los investigadores han comprobado que a lo largo del Mioceno se produjeron cambios profundos en el hábitat. La temperatura en el Mioceno decreció durante un millón de años y el clima pasó de ser subtropical a más seco. Los bosques densos y húmedos se transformaron en zonas más fragmentadas, con menos densidad arbórea y claros más abiertos. Y los rumiantes comieron lo que encontraron en cada momento.
Esta gradación ambiental explica por primera vez los cambios en la distribución de los dos grupos de primates. «Mientras que los hominoideos habrían ocupado las áreas de bosques densos y húmedos que predominaban hace 12,4 millones de años, a medida que el clima se volvió más fragmentado, los pliopitecoideos fueron ocupando estas otras zonas. Por eso no los encontramos nunca juntos”, concluye DeMiguel.
Este estudio supone un avance muy importante en el conocimiento de los primates fósiles a nivel mundial, y muestra además que los estudios a escala local del paleoclima y de la distribución y evolución de las especies son imprescindibles para comprender los patrones globales. Los fósiles analizados en el estudio provienen del Abocador de Can Mata, un yacimiento excepcional ubicado dentro de un vertedero de residuos urbanos en el término municipal de Hostalets de Pierola (Cataluña). El control paleontológico que se lleva a cabo desde 2002 ha permitido excavar decenas de miles de fósiles de vertebrados que han dado lugar a centenares de artículos científicos entre los que se incluyen la descripción de nuevas especies de primates fósiles como Pierolapithecus catalaunicus (popularmente conocido como ‘Pau’) o Pliobates cataloniae(‘Laia’), siendo este último un esqueleto parcial de un primate de pequeño tamaño que precede la divergencia entre los homínidos (grandes antropomorfos y humanos) y los hilobátidos (gibones), y que algunos de los investigadores de este trabajo publicaron en la revista Science en 2015.