Ser del Real Zaragoza es sinónimo de enfadarse, sufrir, llorar, creer o resucitar. Es emocionarte al sentir el escudo del león postrado en tu corazón.
También es asumir que la camiseta que estás vistiendo no solo representa la historia del club sino también de la ciudad. Es volver a vibrar recordando el gol de Nayim que nos dio la Recopa de Europa doblegando al poderoso Arsenal. Es tener como ídolos y referentes a leyendas como Andoni Cedrún, Victor Muñóz, Juan Señor, Alberto Zapater…
Está claro que en la actualidad el Real Zaragoza está sumido en una racha negativa que ya dura doce temporadas. Ese es el tiempo que el club lleva de manera consecutiva militando en la categoría de plata del futbol español, lo que le ha dado el triste título de decano de esta división. Una gran parte de sus aficionados no han conocido otra realidad que esta. Sus aficionados cada temporada renuevan su ilusión, llenan La Romareda y confían en el ansiado ascenso. Aunque por el momento no ha sido posible. Nadie dijo que ser zaragocista fuera sencillo.