Otra tarde de ensueño, otra más. La Romareda volvió a poner de manifiesto por qué es uno de los grandes estadios del fútbol español: este domingo, rozando los treinta mil espectadores (28.096 aficionados), ha consolidado su leyenda de su grandeza. Ni un instante ha dejado la afición de animar a un equipo con el mantiene una comunión mágica, impresionante.
No es posible contar aquello que solo se puede vivir. Y el estadio municipal es un refugio de sentimientos y sensaciones contagiosas unidas en una pasión: el Real Zaragoza.
El amor, como narraba el entrenador Víctor Fernández, consolida al equipo y le da alas en la batalla; y la oferta deportiva del Real Zaragoza hace también tiritar a una grada entusiasmada.
Hoy de nuevo, La Romareda ha vuelto a demostrar la grandeza del Real Zaragoza; la imagen de un estadio volcado, entregado, unido contribuye a elevar el prestigio de la propia competición, de la misma Liga, que no encontrará escenarios parejos a los que brinda La Romareda. Porque esta afición es la que marca el listón de la jerarquía y de la Historia del Club.