El Real Zaragoza atraviesa uno de esos momentos llenos de interrogantes que parecen tan habituales en nuestro club. Por un lado, la única incorporación hasta la fecha, el hondureño Kervin Arriaga, genera cierta expectación de cara al próximo partido. Me gustaría verlo debutar este fin de semana, aunque intuyo que el entrenador optará por introducirlo gradualmente, probablemente saliendo desde el banquillo. Ojalá demuestre la energía y la capacidad de adaptación que tanto necesitamos en la medular.
Mientras tanto, el fichaje de Álex Forés, que parecía encauzado, se ha enfriado notablemente. Algunos medios ya dan por perdida esta operación, algo que obliga a la dirección deportiva a moverse con rapidez si de verdad se pretende reforzar la delantera. El problema es que, con Iván Azón, surge la disyuntiva: venderlo ahora e ingresar algo de dinero, o retenerlo y arriesgarse a que marche gratis en verano. Cualquiera de las dos opciones acarrea pros y contras y, en ningún caso, parece que el club vaya a salir completamente fortalecido. Si la venta no compensa, ¿merece la pena sacrificar a un futbolista tan prometedor?
En paralelo, el Real Zaragoza ha anunciado la incorporación de un psicólogo deportivo para ayudar tanto a la plantilla como a los empleados del club. Me parece una decisión muy acertada y no se incide lo suficiente en los beneficios que este tipo de profesionales pueden aportar en categorías formativas. Un chico de 15 años que se desloma por triunfar y que, con toda probabilidad, verá truncada su meta de ser profesional, puede encontrar en un psicólogo una guía esencial para afrontar la frustración. En este sentido, la cantera del Zaragoza siempre ha brillado por forjar personalidades sólidas y educadas: la mayoría de los jóvenes que debutan en el primer equipo han demostrado un carácter fuerte y una rápida adaptación a la presión.
Buena prueba de ello son los ejemplos de Pau Sans, Liso, o tantos otros canteranos que, cuando tienen la oportunidad, responden. El valor humano de la Ciudad Deportiva se plasma en estos futbolistas preparados mentalmente. Resulta paradójico que a veces veamos jugadores llegados de otros equipos sufrir ante la presión, mientras que los canteranos, con menos recursos, afrontan los retos con naturalidad y perseverancia.
En definitiva, se multiplican las preguntas en torno a la plantilla, los fichajes y la gestión de las joyas que tenemos en casa. Con tantos fenómenos extraños —bajas, fichajes fallidos y dudas económicas— no sería mala idea llamar a Iker Jiménez para que indague en lo paranormal que resulta a menudo la situación del Real Zaragoza. Quizá la clave no sea tan misteriosa: se trata de tomar decisiones correctas y, sobre todo, de proteger el valor humano y deportivo que nos ofrece la cantera.